La Constitución de Querétaro 1916-1917; hoy hace 104 años

Julio Moguel (Vigésima tercera parte)   Nota breve En nuestro artículo anterior, aparecido el viernes de la semana pasada, dimos seguimiento a un primer momento del debate que...

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20 enero,2021 5:49 am
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Julio Moguel

(Vigésima tercera parte)

 

Nota breve

En nuestro artículo anterior, aparecido el viernes de la semana pasada, dimos seguimiento a un primer momento del debate que se desarrolló en el Congreso Constituyente en torno a la cuestión municipal, implicando desde dicha base la confrontación ideológica, teórica y política que se dio en general sobre el “tipo de régimen” que las distintas fracciones pretendían construir.

La cuestión municipal se abordó a partir de las discusiones de un fragmento del artículo 57 constitucional, presentándose en tribuna, entre otros, a favor o en contra de la propuesta de la 2ª Comisión de Constitución, o del voto particular presentado por el diputado Jara, los diputados José Silva Herrera, Machorro y Narváez, de Félix Palavicini y del mismo Jara.

Pero no queremos cerrar este tema, en la fase que se abre a partir de la discusión del artículo 57, sin considerar la participación de uno de los diputados más lúcidos del Congreso, el joven Rafael Martínez de Escobar –no rebasaba entonces los 30 años de edad–, quien ya antes, en nuestra serie, se había distinguido por atreverse a hacer una sólida crítica al concepto de “garantías individuales” para defender el concepto de “garantías sociales” (que él integraba al concepto englobante de “garantías constitucionales”), y que en un segundo momento hizo temblar al auditorio con una sólida crítica a la “retórica afrancesada y sofisticada de algunas intervenciones”, burlándose sin compasión del “lenguaje florido” de ciertos discursos de los “liberales carrancistas”, sin que en dicho lance dejara de tocar también algunas fibras sensibles de uno que otro de los “liberales jacobinos”.

Es por dicha razón que iniciamos la serie de esta semana con un breve paréntesis sobre el personaje mencionado, antes de pasar a relatar la forma en la que perfiló la defensa de la “cuestión municipalista”, acompañando el sentido del posicionamiento de Jara en su voto particular.

I. ¿Quién era Rafael Martínez de Escobar?

Recuadro de apertura

Cabe en este caso iniciar su historia desde “el punto final”: su muerte trágica en la matanza de Huitzilac –paraje que se encuentra en el kilómetro 48 de la carretera que va de la Ciudad de México a Cuernavaca– del 3 de octubre de 1927. ¿Su edad? 39 años. ¿Su pecado? Mantener su credo antirreleccionista y acompañar al general Francisco R. Serrano en su lucha contra el gambito reeleccionista del general Obregón. ¿Sus asesinos? El mismo Obregón y el general Calles, este último presidente de la República en el momento de la matanza. ¿Sus compañeros asesinados en Huitzilac? Además de él y del general Serrano: Daniel L. Peralta, Miguel A. Peralta, general Carlos Ariza Pineda, general Carlos A. Vidal, mayor Octavio R. Almada, capitán Ernesto Noriega Méndez (alias Cacama), Alejo Capetillo (periodista), capitán Augusto Peña, José Villa Arce, Antonio Jáuregui Serrano, Otilio González y Enrique Monteverde.

¿Por qué mencionar los nombres que también fueron asesinados en este caso? Para que el lector tenga oportunidad de darle un seguimiento al quién era quién en esa abigarrada y compleja constelación, ramal de historias personales que nos llevan a verdades esenciales sobre aquellas historias que generalmente leemos o tratamos a brochazos.

(N.B. Ejemplo a considerar: el caso de Otilio González, poeta coahuilense de calidad suprema. ¿Cómo asesinar a la poesía? Con la reproducción de sólo uno de sus poemas aquí le rendimos homenaje: “Pasa una rubia de ojos aceituna/junto a mí: con los pezones va escribiendo tentaciones;/ y yo siento mi deseo, como un pájaro irascible/dar debajo del flexible/fieltro un aleteo//la carne me enfurece imperativa,/y el alma me serena, consejera./Una repta temblando llama, espera,/y otra vuela subiendo, niega, esquiva.”).

Continuidad de la historia de Martínez de Escobar

Retomemos ahora con ortodoxia el recuadro biográfico.

Nacido en Huimanguillo, Tabasco, tenía 24 años cuando se recibe de abogado y 29 cuando es nombrado diputado del Congreso Constituyente. Un año antes de recibirse como licenciado en derecho fue elegido delegado al Congreso del Partido Constitucional Progresista, organismo que se inscribió en la postulación de Madero y Pino Suárez como candidatos para ocupar los cargos de presidente y vicepresidente del Poder Ejecutivo federal.

A sus 25 años ya era un destacado militante en la lucha contra el huertismo, sumado, en Tabasco, a un personaje al que le debemos sin duda un reconocimiento importante en sus andanzas militares y en su papel de primer jefe del Ejército Constitucionalista del Occidente de La Chontalpa, Pedro C. Colorado. Siendo en este caso secretario particular de tan ilustre personaje, no dejaba de reconocerse en él su enjundia y capacidades a la hora del combate, al punto de que se ganó entre la tropa y amigos el mote de Gallo Canelo: por “aventado y rebelde” y por “rojillo”.

No podemos extendernos más en estas líneas en su biografía, pero cabe agregar que, después de la entrada de las fuerzas constitucionalistas al pueblo de San Juan Bautista –cuando el Ejército Constitucionalista tomó dominio sobre Tabasco–, Martínez de Escobar participó en la redacción del Decreto Constitucional que, publicado el 19 de septiembre de 1914, estableció, en favor de la clase trabajadora tabasqueña –entre otros puntos– que: a) “Serían amortizadas las deudas de los peones del campo; b) Quedaba abolido el sistema de servidumbre; c) Se fijaba un “salario mínimo” para el conjunto de los trabajadores del estado; d) Se definían penalizaciones, multas o cárcel a los hacendados que impusieran castigos corporales a sus trabajadores.

¿Algo más que pudiéramos agregar para tener una idea del perfil de Martínez de Escobar? La amplitud y profundidad de su capacidad intelectual, sólo explicable por su formación académica, pero también y sobre todo por una obsesión autodidacta que lo ayudó a formarse desde muy joven.

Dejemos aquí esta historia, que podría extenderse a la revisión de muchísimas aristas de su vida. Regresemos pues a su intervención en torno a “la cuestión municipal” en el Congreso Constituyente de Querétaro.

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