La gran lucha electoral es por el segundo sitio 

Mientras Andrés Manuel López Obrador, el exgobernante de la Ciudad de México surfea tranquilo en la cresta de la ola, detrás hay una pelea de tiburones a semanas...

224 0
14 marzo,2018 8:35 am
224 0

Texto: DPA
Ciudad de México, 14 de marzo de 2018. La gran disputa electoral en México para las presidenciales del 1 de julio en este momento no es por el primer lugar, sino por el segundo.
Mientras Andrés Manuel López Obrador, el exgobernante de la Ciudad de México, de 64 años de edad, surfea tranquilo en la cresta de la ola, detrás hay una pelea de tiburones a semanas de que empiecen las campañas el 30 de marzo.
Arrancar en segundo lugar es vital para cualquiera que pretenda alcanzar en los próximos meses a López Obrador, que lleva en las encuestas una ventaja de dos dígitos -más de diez puntos- en su tercer intento por lograr la Presidencia.
No pasa un día sin que el equipo del oficialista José Antonio Meade Kuribreña, de 49 años de edad y tercero en la mayoría de los sondeos, arremeta contra el segundo, el opositor de centro Ricardo Anaya Corés, de 39 años, postulado por la coalición tripartita Por México al Frente.
Tampoco pasa casi un día sin que Anaya acuse al presidente Enrique Peña Nieto de querer sacarlo del juego haciendo uso de la Fiscalía, supuestamente para evitar su propio procesamiento si él gana.
“Con nosotros van a enfrentar la justicia y eso incluye al presidente Enrique Peña Nieto”, dijo. El presidente ha señalado que no responderá “dimes y diretes” y que no intervendrá en las campañas.
El gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) entregó el lunes al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, un expediente contra Anaya por supuesto enriquecimiento inexplicable y lavado de dinero en un negocio inmobiliario.
“Su actitud ha sido la de evadir la rendición de cuentas y crear una distracción mediática para construir una falsa imagen de víctima que le permita eludir su obligación de rendir cuentas ante la ley”, dijo en Washington Claudia Ruiz Salinas, segunda en la jerarquía del PRI.
“¿Por qué tantos ataques, por qué tantas calumnias?”, responde el candidato opositor. “Pese a los embates comandados desde Los Pinos por Enrique Peña Nieto, aquí estamos y vamos juntos a la victoria”.
Meade, que fue secretario de Estado en cuatro carteras distintas entre ellas Hacienda y Relaciones Exteriores, y Anaya, exlíder del Partido Acción Nacional (PAN), representan al centro del espectro político, uno desde el oficialismo y el otro desde la oposición.
Hay un sector del electorado mexicano cuyo voto es netamente anti-López Obrador, un político aguerrido que alguna vez bloqueó pozos petroleros y que en 2006 encabezó multitudinarias marchas contra un supuesto fraude, aunque ahora busca mostrarse más moderado.
Tanto Meade como Anaya quieren ser quien aglutine el voto contra López Obrador. Pero Anaya pretende, además, el voto anti-PRI, que también es fuerte en México porque muchos asocian al partido con corrupción.
Peña Nieto cuenta sólo con un 21 por ciento de aprobación, de acuerdo con una encuesta de Consulta Mitofsky. Es el nivel más bajo entre los últimos cinco gobernantes mexicanos a esta altura de sus mandatos.
Meade no tiene militancia política, pero es identificado por la gente con la “marca PRI”, el partido que gobernó de 1929 a 2000 sin interrupción y que volvió al poder en 2012 cuando Peña Nieto obtuvo la Presidencia, para un único mandato posible de seis años.
Algunos analistas han visto la arremetida del PRI contra Anaya, que pertenece a un partido conservador y se alió con fuerzas de centroizquierda, como un intento desesperado por revertir la caída de Meade.
“Meade no prende”, escribió el columnista Raymundo Riva Palacio. El PRI niega, sin embargo, que las acusaciones contra Anaya sean arañazos de gato para quitarlo del medio.
“Ricardo Anaya es candidato a la Presidencia de la República. Esta condición exige el más alto grado de transparencia y honestidad. En reiteradas ocasiones se le ha pedido explicar públicamente cuál fue su participación en el entramado de lavado de dinero”, dijeron a dpa fuentes de su equipo de campaña.
En México, al no haber segunda vuelta, basta un voto de diferencia para llevarse la elección. Los últimos dos presidentes -el panista Felipe Calderón y el priista Peña Nieto- ganaron con menos del 38.5 por ciento.
López Obrador perdió por 0.62 puntos en 2006 y por 6.62 en 2012. Los que votan siempre por él son unos 14 millones de mexicanos, una tercera parte de los que acuden a las urnas.
La pregunta es cuántos más de los 89 millones de empadronados responderán esta vez a su llamado, después de dos triunfos del PAN y uno del PRI en los últimos 18 años.
Los resultados del PRI, que tiene a su favor una fuerte estructura en todo el país, han sido variables. De 13,6 millones de votos en su histórica derrota de 2000 cayó a nueve millones en 2006 y subió a 19 millones en los pasados comicios ganados por Peña Nieto.
En medio del creciente ánimo antisistema que está marcando las elecciones en muchos países del mundo, las probabilidades de que gane López Obrador son altas. Anaya y Meade necesitan el segundo sitio desde ahora para poder concentrarse después sólo en el puntero.

In this article

Join the Conversation