La importancia de los idiomas originarios

Margarita Warnholtz

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8 febrero,2019 8:06 am
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Margarita Warnholtz
Estamos en el Año Internacional de las Lenguas Indígenas y se acerca el Día Internacional de la Lengua Materna, que es el 21 de febrero (ambos proclamados por Naciones Unidas). Según la UNESCO, el objetivo del año de las lenguas es “sensibilizar a la opinión pública sobre los riesgos a los que se enfrentan estas lenguas y su valor como vehículos de la cultura, los sistemas de conocimiento y los modos de vida”. Afirma también que “para las Naciones Unidas, las lenguas indígenas desempeñan un papel crucial para que las comunidades de hablantes asuman su destino y participen en la vida económica, cultural y política de sus países”.
Durante el año se llevarán a cabo cantidad de eventos en todo el planeta y, como siempre, habrá muchas celebraciones el día en cuestión. Está bien que se difundan las lenguas indígenas en eventos, documentales, libros, folletos, programas de radio y televisión, etc.; es importantísimo que se sensibilice a todo el mundo sobre la relevancia de los idiomas originarios, que a nivel mundial representan alrededor del 60 por ciento de las lenguas que existen.
Tal vez esto sirva para que se discrimine menos a las personas hablantes de idiomas indígenas y se reconozca el esfuerzo que hacen para aprender y hablar otro idioma, aunque mucha gente verá los materiales de difusión simplemente como datos curiosos o incluso los ignorará, cambiará de estación de radio o de canal de televisión.
Por otro lado, los eventos y materiales que se hacen para difundir las lenguas vernáculas, sirven poco para preservarlas. Por ejemplo, ¿de qué le sirve a un rarámuri que se interprete una canción en su lengua en un acto en la Ciudad de México, si cuando va a hacer un trámite lo tiene que hacer en español? ¿De qué sirve que haya libros en mixteco si no se le enseña a los mixtecos a escribir en su idioma?
Lo que se requeriría sería que en cada región donde se habla una lengua indígena ésta fuera hablada, o por lo menos comprendida, por la mayoría de la población y, sobre todo, que los funcionarios la dominaran suficientemente como para atender a la gente de manera adecuada en su idioma. O mínimamente que hubiera traductores suficientes en los hospitales y centros de salud, en las oficinas públicas, en las escuelas, etc. Para ello deberían enseñarlas a todos en las escuelas y enseñar a los hablantes a escribirlas.
Otro problema que impide la preservación de los idiomas en cuestión es la pobreza de sus hablantes y las condiciones precarias en las que viven, que los obligan a abandonar sus lugares de origen y por lo tanto dejar de hablar su idioma.
Como afirma un documento del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU,  “las lenguas indígenas no son únicamente métodos de comunicación, sino que también son sistemas de conocimiento amplios y complejos que se han desarrollado a lo largo de milenios. Son fundamentales para la identidad de los pueblos indígenas, la conservación de sus culturas, sus concepciones e ideas y para la expresión de la libre determinación. Cuando las lenguas indígenas están amenazadas, los pueblos indígenas también lo están”.
Para concluir, traduzco aquí algo que me envió una amiga indígena anishinaabe de Minnesota, que muestra la importancia de las lenguas originarias y la concepción del mundo que cada una refleja: “A los anishinaabeg nunca se les ha tenido que decir que respeten a las mujeres, a los ancianos o a los niños porque eso ya está implícito en su lengua. Ikwe, la palabra para decir mujer, significa dadora de vida, una mujer anciana se nombra mindimooyehn, que quiere decir la que mantiene todo junto, la que funda y mantiene unida a la familia; un hombre anciano se denomina akiwensii, que literalmente significa el cuidador de la tierra, y un niño, un abinoojii, es un espíritu que fue puesto específicamente aquí. Los valores están construidos dentro de la lengua”.
 

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