La Ley de Seguridad, estrategia represiva por el 2018: Fernando Pineda Ochoa

▼ Dan hoy la Presea Sentimientos del Pueblo al ex guerrillero, académico de la UAG y fundador del PRD

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2 diciembre,2017 5:35 am
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▼ Dan hoy la Presea Sentimientos del Pueblo al ex guerrillero, académico de la UAG y fundador del PRD

Texto: Vania Pigeonutt
Foto: El Sur

Ciudad de México.- El historiador y académico guerrerense Fernando Pineda Ochoa considera que la Ley de Seguridad Interior (LSI) es inconstitucional, significa “la militarización legal” del país y es “un escenario montado” como una estrategia ante las elecciones presidenciales del año próximo, en las que el PRI aparece en tercer lugar en las encuestas.

Y ante su reciente aprobación, dice, lo que toca es protestar; no ser pasivos ni dejarse. En su experiencia, a sus 72 años, cree que la única forma es seguir luchando.

Profesor durante décadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAG, Pineda Ochoa nació en Zirándaro de los Chávez, en la región de la Tierra Caliente de Guerrero. Por su trayectoria de lucha, que comenzó cuando era muy joven en la guerrilla del Movimiento Armado Revolucionario (MAR) a principios de los años 1970, este sábado recibe la presea Sentimientos del Pueblo, junto a la nieta y al bisnieto del general Emiliano Zapata, Hilda y Edgar.

Esta distinción nació a raíz de que el entonces gobernador Zeferino Torreblanca Galindo presionó al Congreso local de mayoría perredista para que no entregara la más alta distinción de Guerrero, la Presea Sentimientos de la Nación, al luchador social y militante comunista Pablo Sandoval Cruz. Los diputados acordaron entregarla a la escritora Elena Poniatowska, quien la rechazó luego de que conoció la maniobra contra el doctor Sandoval.

Desde entonces la presea popular se entrega cada año, y entre otras, la han recibido Rosario Ibarra y Tita Radilla y la periodista Carmen Aristegui.

El Gallo –uno de los sobrenombres que adoptó Pineda en la clandestinidad– entrenó en Corea del Norte, pues desde adolescente tenía la convicción de que a través de la vía armada podía cambiar al represivo sistema político mexicano.

Fue preso político de 1971 a 1977, y conoció a Rosario Ibarra cuando la activista encabezó en 1978 la formación del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos ¡Eureka! Él salía de prisión, donde estuvo primero en una mazmorra clandestina en la fue torturado, luego en Lecumberri y finalmente en el Reclusorio Norte, hasta que fue amnistiado.

Participó en los esfuerzos por demostrar que al menos 600 personas fueron desaparecidas en las décadas de los setenta y ochenta, pero ni las huelgas de hambre de Rosario Ibarra ni el cuerpo de él, testimonio vivo con heridas imborrables de la tortura infligida por el jefe de la Dirección Federal de Seguridad, Miguel Nazar Haro, sirvieron para que se hiciera justicia. Pineda participó también en los movimientos en defensa de la UAG y fue uno de los fundadores en Guerrero del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Al Gallo le sobran razones para odiar a Nazar Haro. El general, que murió a los 87 años de edad, fue uno de los represores protagonistas de la guerra sucia, etapa en la que hubo gran despliegue militar en varias zonas del país –particularmente en Guerrero– para exterminar a la guerrilla y a todo aquel que se opusiera al gobierno, al PRI.

Nazar Haro

–Conocí a Miguel Nazar Haro debido a que yo pertenecía al Movimiento Acción Revolucionaria, una organización guerrillera de los años setenta. Fui detenido en 1971 en San Lázaro (Ciudad de México), y estuve secuestrado un mes. Fui sometido a varias torturas físicas y sicológicas, antes de que me llevaran a la cárcel, y este personaje cometía la tortura o la dirigía.

–¿Qué tipo de torturas?

–Toques eléctricos en los testículos, en el ano, en la boca. Me iba a aventar de una ventana desde un séptimo piso, o por lo menos eso me hacían creer, yo estaba vendado y ¡claro que me daba mucho miedo!

Desde que salió de Zirándaro, en 1959, supo que no había regreso. Decidió dejar su infancia campirana para estudiar la preparatoria en Morelia; después ingresó a la Facultad de Derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, una institución cuyo lema en 1966 era “Luchar mientras se estudia”. No concluyó la carrera porque se hizo militante del MAR. Años más tarde estudió sociología e historia.

–En México –dice Pineda–, las condiciones legales no garantizaban la confrontación abierta; la única vía contra el régimen despótico, autoritario, patrimonialista, era la lucha armada, no había otro camino: asaltar varios bancos para obtener dinero y realizar nuestra propaganda.

Para Fernando, Nazar Haro no era obra de la casualidad sino producto de un Estado corrupto, violador de las mínimas garantías individuales. Participó en 1968 en la represión al movimiento estudiantil ordenada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, y siguió como ejecutor de las políticas de contrainsurgencia con Luis Echeverría y se mantuvo vigente hasta el gobierno de Miguel de la Madrid. “Los priistas lo protegían, y cuando pensamos que al llegar la alternancia con Vicente Fox sería juzgado, no ocurrió”.

La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), un organismo creado en el periodo de Fox, incriminó a Nazar Haro en la desaparición de seis integrantes de la Brigada Campesina Los Lacandones en 1974, fue acusado de la desaparición de Jesús Piedra Ibarra, y enfrentaba cargos por el delito de privación ilegal de la libertad equiparable al secuestro, entre otros.

Pero la historia no fue justa. En 2005 Nazar pudo ser condenado por una parte de los delitos que cometió, pero fue absuelto y murió al lado de su familia, siete años después. El día del juicio Fernando vio a Rosario Ibarra de Piedra, mamá de Jesús Piedra Ibarra, un muchacho de 20 años desaparecido en Monterrey en 1974, vinculado a la Liga 23 de Septiembre, otra agrupación guerrillera.

Sin embargo, Pineda ve a Nazar Haro sólo como uno de los instrumentos represores del Estado. En las últimas décadas, bajo otro contexto, en Guerrero se han observado otras represiones a manos de la policía. Como el 12 de diciembre de 2011, cuando fueron asesinados los normalistas Gabriel Echeverría de Jesús y Alexis Herrera Pino en la Autopista del Sol a la salida de Chilpancingo hacia Acapulco. Los estudiantes campesinos que protestaban para tener clases murieron por las balas de agentes de la Policía Federal y Ministerial del estado. Tres años después desaparecen a 43 alumnos de esa misma escuela, la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.

Construir memoria y resistencia

Desde ese episodio la historia de Guerrero nuevamente acumula marcas de marchas y sangre: el asesinato de los dos estudiantes en 2011; el movimiento magisterial contra la reforma educativa en 2012; la desaparición forzada de los 43 normalistas en 2014.

Fernando Pineda ha recogido estos hechos y sus antecedentes en varios libros. Ha contado las experiencias personales en dos:

En las profundidades del MAR (el oro que no llegó de Moscú), donde habla de cómo conformaron la organización cuyo dirigente Fabricio Gómez Souza logró que fueran entrenados en Corea del Norte, y en Balada marina, un relato dedicado a su familia, que explica sus motivaciones para involucrarse en la guerrilla. En su tercer libro, La partera de la Historia, publicado en partes en estas páginas de El Sur, habla de lo que sucede en Guerrero.

En este contexto y entrevistado en varias ocasiones por teléfono antes de recibir su premio, habla de la Ley de Seguridad Interior. Existe una regresión represiva, advierte, “ya sólo falta que quiten la libertad de prensa; aunque el gremio ha sido atacado en varios sentidos, se puede decir que hay”.

Añade: “La Ley de Seguridad Interior es inconstitucional porque aún está vigente la Constitución de 1917, aquí está claro la no participación Ejército en cuestiones que le corresponden a la policía. Lo que hicieron desde hace tiempo es militarizar al país; ahora, dándole el cargo de espías a los soldados, contravienen a la Constitución”.

La hipótesis de Pineda es que el PRI está preparando un escenario pre electoral, porque hay grandes posibilidades de que gane el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, y este tipo de legislaciones sólo prevén más represión y una estocada a los derechos humanos. También cree que fue aprobada para que “a partir de la represión terminen con una parte del narcotráfico, aunque estén coludidas las autoridades”.

Son tiempos de autoritarismo, de coartar libertades, reflexiona Fernando Pineda. Y como en 1960 –cuando salió de su tierra natal y el Instituto Nacional de Geografía e Historia reportaba a Guerrero como el estado más pobre del país, con cerca del 60 por ciento de la población analfabeta, y la relación entre maestros y alumnos era de 9.3 maestros por cada mil alumnos– es tiempo de continuar la construcción de resistencias.

Lea toda la información en su edición impresa de este sábado 2 de diciembre:

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