La madre de todas las marchas

Arturo Martínez Núñez   Lo vivido el pasado domingo 27 de noviembre, la marcha convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quedará inscrita en los anales de...

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29 noviembre,2022 5:13 am
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Arturo Martínez Núñez

 

Lo vivido el pasado domingo 27 de noviembre, la marcha convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quedará inscrita en los anales de la historia como la manifestación popular más grande de México. Es imposible intentar calcular el número de asistentes a la movilización porque al mismo tiempo que la avenida Reforma estaba ya atestada desde la la Rejas de Chapultepec hasta Bellas Artes, Madero y todas las calles que confluyen hacia el Zócalo capitalino, estaban atiborradas mientras la plancha de éste estaba llena al menos desde las 10 de la mañana.

Cientos de miles de mexicanas y mexicanos salieron a acompañar al Presidente de la república mostrándole su apoyo, su cariño y yo diría, su devoción incondicional. Muchos, la mayoría, llegamos por nuestros propios medios y otros organizados desde distintas entidades de la República como lo ha hecho este movimiento desde sus inicios. Es estéril entrar a jugar el juego de la oposición acerca de qué si la gente fue acarreada o llego sola. Ellos jamás lo van a entender porque ignoran y repudian las formas de organización popular: confunden la organización y el traslado de simpatizantes con la coacción, la obligatoriedad y la amenaza, con la organización logística para trasladar a miles de personas que desean acudir a las movilizaciones de la Ciudad de México, para lo que se requiere invertir en transporte una suma con la que muchas veces no se tiene. En Morena desde siempre nos hemos organizado haciendo cooperaciones para poder tener transporte suficiente y ayudar a la gente a trasladarse. Esto no significa ni que para ello se utilicen recursos públicos y mucho menos que se obligue a nadie a acudir a un evento. Por el contrario, el principal reclamo que tenemos los dirigentes en los estados, es que no logramos conseguir suficiente transporte para la gente.

Andrés Manuel López Obrador regresó el movimiento a su origen que es la calle, la movilización organizada, comunitaria, pacífica, festiva y resistente.

Desde luego que los (antes) grandes medios de comunicación que han perdido sus “convenios” y los intelectuales que han perdido sus “contratos” dirán que la marcha no fue lo que vieron los ojos de todos lo que quisieron ver. Esto es irrelevante. La realidad es que el movimiento político que encabeza el presidente y su ideología que él ha propuesto que se denomine “humanismo mexicano”, están en un momento inigualable de cara a las batallas electorales de los años venideros.

Para desgracia de muchos y la alegría de muchos más, hay Morena para rato. El reto será construir y mantener cohesionado al movimiento una vez que el Presidente abandone el cargo y se retire de la vida pública. El reto es dotar a Morena de una vida institucional más intensa. El reto es instaurar métodos de selección de candidaturas que combinen la competitividad electoral con la capacidad y la trayectoria.

Por mi mente pasan grandes movilizaciones a las que pude acudir: los mítines del CEU en 86 y 87; el mitin de Cuauhtémoc Cardenas el 5 de mayo de 88; el recibimiento a los zapatistas en 2001 y particularmente, la marcha contra el desafuero de Andrés Manuel en 2005. Ninguna se compara a lo vivido el domingo pasado. Ni en cantidad de personas, ni en intensidad ni en el ánimo. Lo del domingo fue una fiesta kilométrica y multitudinaria. Andrés Manuel debe de estar tranquilo porque hay mucho pueblo detrás de un gran presidente.

Parafraseando al gran Pablo Milanés, recientemente fallecido y parte fundamental de la banda sonora de la lucha de izquierda, la de ayer no fue una manifestación perfecta, más se acerca, a lo que yo, a lo que muchos, simplemente soñamos…

 

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