La otra conmemoración a las víctimas de sismos

Marco Antonio levanta primero el puño, luego saluda a la Bandera. Reprocha que para este año Gobernación no haya permitido el paso al Zócalo. "Desgraciadamente la gente que...

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19 septiembre,2018 12:04 pm
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Marco Antonio levanta primero el puño, luego saluda a la Bandera. Reprocha que para este año Gobernación no haya permitido el paso al Zócalo. “Desgraciadamente la gente que está ahí adentro ni siquiera estuvo metiendo las manos de los escombros muchos”.

Texto: Jorge Ricardo Nicolás / Agencia Reforma
Foto: Cuartoscuro
Ciudad de México, 19 de septiembre de 2018. Alrededor del Zócalo de la Ciudad de México, en la penumbra, decenas de ciudadanos, levantan el puño, aguantan la respiración, tragándose la saliva y el miedo: “Es que el mismo miedo que ya no te lo puedes quitar, hay que acostumbrarse a vivir así”, dice la señora Josefina Ramírez.
Reflexiona y luego añade: “O tratar de acostumbrarse, porque ya nunca se puede”.
En el centro del Zócalo, el presidente Enrique Peña Nieto, iza a media asta la Bandera en una mañana fría y triste en recuerdo del sismo de magnitud de 8.1 del 19 de septiembre de 1985, y el de 8.4, del 19 de septiembre del año pasado.
Alrededor de la plaza, enrejada para evitar el paso a los civiles, decenas de personas, como la señora Josefina, silenciosas, con el puño en alto o con la mano en el pecho, recrean esas escenas de hace un año: cuando la población contuvo el miedo, se consoló y levantó el puño para pedir silencio por si entre los escombros se escuchaba alguna respiración.
“Lo que más recuerdo es el apoyo de la gente, de los jóvenes, organizarnos para levantar escombro, sacar gente, llevarles víveres, y sobretodo viendo en la actualidad que muchos de ellos a un aÒo siguen en la calle y que lamentablemente el apoyo se fue agotando”, dice el profesor de primaria Francisco Palacios, de 50 años, que llegó al Zócalo con su casco verde, sus goggles, su lámpara y cronómetro de cuando ayudó a levantar escombros en la Colonia Roma.
Pensó que así lo dejarían pasar a la ceremonia, pero lo dejaron fuera. No importó, dijo. Desde afuera se mantuvo con el puño en alto.
Otros, como el agrupamiento de “Topos Adrenalina”, unos 20 que habían llegado con sus trajes, sus picos y palas y hasta dos perros sí protestaron.
“La realidad aquí es que Protección Civil siempre ha sido una basura, hablamos con el director y nos dijo que ahorita nos dejaba pasar y él se agarró y se metió con toda su gente. Esta ceremonia es de los voluntarios desde el 85 y del año pasado y la corrupción de Protección Civil metió a gente que no se metieron al terremoto, no estuvieron sacando gente de los escombros, están ahÌ adentro en la ceremonia con el Presidente y los que nos rajamos el alma por los mexicanos no nos dejaron entrar”, se quejó el topo Carlos Cienfuegos.
En el acceso a la Plaza de la Constitución, casi frente a la Catedral, el Estado Mayor Presidencial colocó un detector de metales.
“Creo que sólo pueden pasar el Presidente, los secretarios y de gente civil, creo que nada más la familia de los generales”, dijo uno de los soldados que mantenía la guardia.
“Tengo muchos recuerdos de ese día de hace un año, sobre todo de tanta población que estuvo ayudando”, dice ahí junto el señor Marco Antonio de la Torre.
Recuerda que su hijo de seis años salió cinco minutos antes de una casa de la Colonia Roma que cayó destruida por el sismo de hace un año. Él se puso a ayudar. Llegó al Zócalo con su chaleco anaranjado con pintas: “Fuerza México”.
“Algo que sí se me quedó muy grabado fue el Colegio Rébsamen, la desesperación de los papás, de los vecinos que querían entrar y llegó la jefa delegacional en ese momento, Claudia Sheinbaum, y se cerró el paso y se suspendió toda clase de actividad de salvamento; eso fue lo que más me quedó grabado, porque se supone que las autoridades estaban ahí para ayudar, para supervisar, no para bloquearnos el trabajo, gracias a ello hubo más pérdidas de vida”, añade.
Marco Antonio levanta primero el puño, luego saluda a la Bandera que ya se está elevando en el asta. Reprocha que para este año la Secretaría de Gobernación no haya permitido el paso.
“Desgraciadamente la gente que está ahí adentro ni siquiera estuvo metiendo las manos de los escombros muchos”.
Del otro lado del Zócalo, hacia 20 de Noviembre un hombre de traje blanco y sombrero de palma despliega una bandera mexicana. Afirma que desde el temblor de 1985 acude a la ceremonia a recordar el sismo que dejó miles de muertos, en un número a la fecha todavÌa impreciso.
“Hemos manifestado nuestra unión a través de los incidentes que hemos tenido como pueblo”, dice y despliega su bandera con un mensaje: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas inconseguibles”.
Cuando el Presidente se retira, los ciudadanos entran al Zócalo, se toman fotografías con los agrupamientos de soldados que también participaron en los rescates. Sigue ahÌ José Antonio Hernández, mesero en un restaurante sobre la Calle Madero.
“Recuerdo el miedo”, comenta. “Todavía ahorita sientes cómo se te hunde hasta la garganta, y el polvo, todo era desorden y me tocó ver en Tlalpan cómo sacaban a gente atrapada, ahí sí yo tenía ganas de llorar”, dice.
Se le hace tarde, pero no le importa. Tampoco que no lo hayan dejado entrar a la conmemoración oficial.
“Hay otro recuerdo en la Plaza Solidaridad, ahorita nos vamos para allá”.

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