La poesía reivindicativa de la mujer de Eliana García Laguna

David Fernández Dávalos- El tema de todo el libro es el amor erótico, carnal, es el beso de Eros. Son las sensaciones, los sueños de la amada ante...

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27 febrero,2018 7:39 am
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David Fernández Dávalos

En este poemario, la autora nos ofrece una colección de poemas ordenados cronológicamente que van desde 1993 hasta estos días. Retratan un “itinerario espiritual”, o mejor afectivo-sexual, que va desde una etapa de erotismo núbil, un tanto ingenuo (1993), pasan por la pérdida, la ausencia del amado, la desolación, el invierno del corazón (1994) y luego arriban a una época de arrojo a la vida, a la audacia de ser mujer, de sentir, de vivir sin miedos. Como si en esta última etapa la autora hubiera hecho suya la consigna de Dolores Ibárruri, La Pasionaria: “Más vale perderse en la pasión que perder la pasión” y de ahí sentirse viva, la poeta experimenta los vaivenes de la vida amorosa: la felicidad plena, la tristeza que en ocasiones llega, el abandono total, la plenitud es abandono… Es el círculo que nos eleva y arroja al abismo. Como concluye en el poema “Tarde gris…”: es el eterno retorno “dolor, amor, pérdida”.

El tema de todo el libro es el amor erótico, carnal, es el beso de Eros. Son las sensaciones, los sueños de la amada ante el amante –tanto presente como ausente–. Es la vida íntima de lo sexual. Y si hay alguna referencia al exterior del estrecho espacio del tálamo y el corazón existe sólo como ocasión para hacer renacer los recuerdos, para la nostalgia y la saudade, para el dolor del corazón.

Sorprende la pasión, el fuego que contienen las palabras que edifican los poemas. Se advierte que tras de ellas hay una extraordinaria libertad para decir, para hacer, para vivir, para decidir sobre el propio cuerpo y los propios afectos. Y lo hace con certeza –asertividad–, con dignidad, como mujer completa, dueña de sí misma, con todas sus audacias y sus arrojos.

Como veremos, se trata de una poesía que reivindica a la mujer real, a la que es verdadera. Se trata, creo, de una poesía mujerista (más que feminista, puesto que no nace de un discurso ideológico, sino desde la realidad concreta psicológica y biológica, de las mujeres). Es un himno a la autonomía y a la autodeterminación sin cortapisas.

El libro empieza con tres poemas tímidos, casi haikus. Pero desde allí pinta su raya: hablará de los deseos y necesidades afectivas y sexuales de la mujer:

Te espero

deseo lavar / tu cuerpo / con mi lengua

darle vida / a mi tacto / en tu boca.

También del deseo del ausente:

Quiero descubrir / por qué los duendes / ya no hablan de amor / en las mañanas tibias / cuando te necesito.

El varón es tan central como la mujer que lo desea, goza y añora. Es el mar “siempre comienza de nuevo”–decía Alejo Carpentier–.  Así lo dice la poeta: El varón es Mar, es vergamar, es vergarena.

Los poemas son sexualmente explícitos, son crudos, pero nunca vulgares.

…brasas libremente enardecidas / se extienden en mis nalgas / hasta derretirse en el escondite / de tu semen.

Abundan las metáforas para cada pliegue y zona de la piel:

…gozo adivinando el murmullo / de tu maleza salvaje…

Sin embargo, lo erótico no se agota en el placer transitorio y fugaz. Es también para la autora, al igual que para Platón en “El banquete”, un camino religioso y una vida para el conocimiento.

En el sexo / los cuerpos / se evangelizan / extraordinarios / excepcionales / trascienden.

Así, desde el deseo y la cópula se pasa al abandono en el ser amado, a la entrega total:

Te amo irremediablemente […] aunque tarde / todo es tuyo.

De tal manera se da la entrega, el abandono, la fusión con quien se ama, que su ausencia es vacío total, deseo de la muerte:

mi carne / así salvaje… animalmente mi carne / sin tu orgasmo / vestida añoraría la muerte.

La absoluta y libre carnalidad es transversal al libro entero y a cada poema.  ¿Qué mayor pasión, qué indudable sometimiento a Eros refleja este poema, por ejemplo?

En uno de los pocos poemas que lleva título, “Mujer de humedad”, se relata el dolor que produce no poder amanecer junto al amante, tener que abandonar el lecho por una razón cualquiera. Reconocer que sólo se puede ser Mujer de humedad / de brisa y agua contigo.

…recostarse a alentar imposibles / esperar a quien no va a llegar / tratar de complacer sin lograrlo.

Casi cada renglón es un homenaje al erotismo, como lo dice explícitamente en su poema “¡Oh, mi señor!” (señor con minúsculas, por cierto. Nada que ver con ningún vocativo religioso).

Homenaje al erotismo / me rindo ante el tributo / de codiciarte vehemente / en mi eternamente / expectante oquedad volcánica.

Con el tiempo, los poemas van ganando en amplitud y profundidad. Como si con la experiencia la densidad de la experiencia amorosa se consolidara y pasara por una mente reflexiva. Va creando su propio lenguaje, su código secreto. Y por eso puede decir con toda corrección gramatical:

siempremente solidario / ¿qué color del gerundio de olores y sabores / deja lo que de tu presencia será recuerdo?

Ya antes habíamos hablado de las palabras vergamar y vergarena. No aparecen en el diccionario de la RAE, pero de que existen, existen.

Un poema magnífico, para mí quizá de los mejores del libro, nos habla de la lucha diaria de la autora por preservar en la vida, en la batalla, en la esperanza. Eso, y no otra cosa, es la resiliencia.

Porque de cuando en cuando asoman las convicciones políticas de Eliana. No son el tema, como se ha dicho, pero se advierten a trasluz. Por ejemplo, en su “Bandera bañada de sangre”, que concluye: …verde patria / bañada en sangre.

La mujer que escribe es una mujer fuerte, nada que ver con dejadez o pasividad. Veamos, por ejemplo, este “intento frustrado de soneto” –según dice ella misma–:

Domino la fuerza de mi antojo / cuando en medio de mis ganas te despojo / del plumaje sutil de tu paloma para vaciarte en mi recinto como aroma.

Y al final:

Y del plumaje candoroso me despojo / saciando con lujuria este antojo / de las mil flores bañadas en aroma / pues por fin me adueñé de tu paloma

De pronto uno encuentra y goza de vuelos líricos lorquianos. Vean si no:

Luna de nácar  /Luna en turquesa / Luna en mi orla / Luna de tu mar.

Y al igual que la postura política, de repente emerge también la conciencia de género, como cuando dice:

Naturaleza complicada / atavismos ancestrales / que nos determinan / una sociedad / que nos condena.

Y Eliana tiene razón. Nuestra sociedad proscribe el libre ejercicio de la sexualidad de las mujeres, su autonomía, su autodeterminación. Y frente a ello, Eliana se planta, como persona y como poeta para negarse a aceptar ese confinamiento, la mutilación de las que las mujeres son objeto. La hegemonía produce continuamente el disciplinamiento de las personas. Pues frente a ella, la autora dice no, nunca más, y se fuga de lo hegemónico hacia lo alternativo, lo subversivo, lo transformador, lo libertario.

Maternidad maravillosa / ejercicio de libertad / elegir en cuerpo / nuestra sexualidad / decidir nosotras / para otro ser nuestro / que al final siempre será suyo.

Al final, una vez madura y dueña total de sí, se lanza a la prosa poética, también de elevado erotismo y subtexto liberador. Por ejemplo:

Y voy desenredando con mi mano suave cada hebra de tu verga hasta alcanzar el largo del capullo que penetra mis labios de morera.

Si uno no tiembla de gozo y deseo con estas palabras, no lo hará nunca.

Y, al final, también aparece el sentido del humor. Basta visitar el “Compliciario” de las últimas páginas, que no es sino un diccionario privado para conversar con el amante, en el que la ironía, la conciencia política y la de género saltan como goterones de lluvia en los aleros.

La experiencia de lectura de “Cicatriz invisible en la memoria” es excitante en todos los sentidos de la palabra: estimula y enfebrece, efervesce. Alecciona sobre la libertad que todavía reivindican con razón indudable las mujeres. Por todo ello es digno de agradecer que Eliana, nuestra amiga Eliana, se haya lanzado al ruedo para provocarnos y convocarnos con este poemario del cual dejo dos ejemplos finales. 

 

Transpiro a través de tu lengua luminosa

que penetra mi sexo

 

luz que traduce miradas atrapacielos

                              y ronronea como gata en celo

esperando saltar sobre su presa erecta

cercada con mis labios,

sin salida

 

atraigo suave

la rodeo con la punta de mi deleite

 

inmaculada esencia

al recorrer sus venas

 

envolvente la palma

 

mueve,

se ensancha

 

mueve,

palpita,

 

explota

 

mueve, 

su cresta enardecida

 

¡abrazo completo!

 

labios internos ahorcan la sangre

pinta mi lienzo

con grafito

sabor a semen

 

Todas las noches

 

ventilo mis sueños

los saco de mi alma

para orearlos

 

les canto una canción

para que duerman

 

 

Todas las mañanas

 

recojo mi esperanza

regada por los recovecos

de mi cama,

la reinvento

 

Todos los días…

* Texto leído por el autor en la presentación de Cicatriz invisible en la memoria, poemario de la activista de derechos humanos Eliana García Laguna, el jueves 21 de febrero en la Ciudad de México.

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