Llena la picardía afromestiza la ex hacienda de San Gabriel de Barrera, en Guanajuato

Los sones de artesa con su ritmo y cadencia acompañados del rasgueo de guitarras y la picaresca de la versería afromestiza llegaron al Festival Cervantino con Los Negros...

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19 octubre,2019 5:22 am
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Guanajuato, Guanajuato, 19 de octubre de 2019Los sones de artesa con su ritmo y cadencia acompañados del rasgueo de guitarras y la picaresca de la versería afromestiza llegaron al Festival Cervantino con Los Negros y sus Fandangos.
Ideado por el ganador del Premio Nacional de Artes 2001 en el apartado de Artes y Tradiciones Populares, Silvestre Noyola Hernández, el espectáculo se presentó al mediodía del viernes en la ex hacienda de San Gabriel de Barrera, construida a fines del siglo XVII, y cuyo amplio foro lució casi lleno para ver al grupo de músicos y bailarines.
Con tres guitarras, una tamborita de piso y la guacharaca (una especia de palo de lluvia recortado con semillas adentro, que es lo que le da el sonido), la agrupación mostró la añeja tradición del son de artesa que se baila encima de ese cajón grande de madera hueca que potencia el sonido del zapateado propio del baile, que en este caso los bailarines lo hicieron descalzos.
Los asistentes pudieron ver a las leyendas del son de artesa costachiquense: el ya mencionado Silvestre Noyola, así como Tomás Félix Petatán y Alberto Noyola, todos ellos veteranos que frisan los 70 años, y a los jóvenes ejecutantes que, además de las evoluciones rítmicas, aderezaron sus participaciones con los picarescos versos de la Costa Chica:
Me dejaste por ser pobre,
no hay quien te lo discuta.
Ahora vives con un rico,
y sigues la misma ruta:
se te ha quitado lo pobre, ¡mi negra!,
pero no se te ha quitado
que sigas siendo tan puta.
Dicho así, sin más, el público reaccionó sorprendido, primero, y jocoso después. Realmente no se lo esperaban.
Los esclavos negros, Mariquita amarilla y Manuelita Alonso fueron las piezas que conformaron la primera parte del programa.
Música, versos y baile, así es la estructura a la que apegaron los artistas a casi todas las piezas que interpretaron y que fueron aplaudidas por un público conocedor, acostumbrado a todo tipo de representación artística, pero a quienes especialmente el dechado de picaresca negra les resultó muy muy disfrutable.
Ya las tejas se cayeron,
ya se están apolillando.
Sé muy bien que no me quieres,
porque tu gente anda hablando.
Que te busquen las que quieran,
Y a mí… no me andes chingando.
Luego de regresar al escenario e interpretar los sones Recordando al negro y San Nicolás Tolentino, el grupo preparó su retirada con una sorpresa para los asistentes: los danzantes bajaron del escenario para invitarlos a subir y bailar con ellos.
Uno supondría que los guanajuatenses se negarían, por su fama de persignados, pero hete aquí que azuzados por los movimientos no exentos de sensualidad de los bailarines, gustosos subieron a bailar. Que lo hayan hecho bien o no, eso ya es otra historia.
Texto: Juan Carlos Moctezuma / Foto: El Sur
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