Los Códigos Negros, la memoria viva de los esclavos ocultos en EU

Era la época de los llamados Códigos Negros, leyes estatales para poner límites a los derechos de la población afroamericana. Entre los delitos más comunes estaba la vagancia o...

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23 agosto,2018 6:54 pm
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Texto y foto: DPA 

Sugar Land/Miami, Florida, 23 de agosto de 2018. Reginald Moore ha dedicado 30 de sus 58 años a exigir la protección y el reconocimiento de sus ancestros en Sugar Land (Tierra del Azúcar), una pequeña y próspera ciudad de Texas considerada en 2006 por CNN como la tercera mejor para vivir en Estados Unidos.
La extensa zona, ubicada a pocos kilómetros de Houston, tiene, sin embargo ,un pasado más amargo que dulce, pues allí reinó la desigualdad racial a finales del siglo XIX y principios del XX.
Hace poco, Moore celebró una importante victoria: el 17 de julio y como fruto también de sus esfuerzos, un equipo de arqueólogos encontró en un terreno destinado para la construcción de un centro educativo 95 cuerpos de personas que habrían muerto hace más de un siglo cuando trabajaban en un régimen de esclavitud en una de las compañías azucareras más importantes del país bajo el modelo de “arrendamiento de convictos”.
Este sistema fue adoptado por los gobiernos de los estados del sur tras la Guerra de Secesión y autorizaba que los presos trabajaran para compañías privadas, como forma de resolver la escasez de mano de obra y la falta de recursos para alimentar y mantener a los internos.
“Yo sé que hay más cuerpos debajo de casas y edificios”, dijo a DPA el activista estadunidense al ver confirmadas las sospechas que por años lo han mantenido en una lucha constante con el gobierno local de Sugar Land.
Su color de piel es razón suficiente para pelear. Con casi dos metros de altura y una contextura que hace juego con su voz, Moore consideró que “ya era hora de que la forma en que se abusó de estas personas y todo lo que les sucedió fuera reconocido por la ciudad, el condado [de Fort Bend] y el Estado”.
“Estuve durante todo el proceso (de extracción de los cuerpos) y cuando los vi sentí que todos, los 94 hombres y la mujer, eran parte de mi familia”, relató el activista, cuyas advertencias sobre un “camposanto en los alrededores de la Granja Imperial” fueron por fin escuchadas.
El historiador y creador en el año 2000 de la Sociedad de Descendientes de Esclavos de Texas (TSDS, por sus siglas en inglés) había advertido desde hace años al Distrito Escolar de Fort Bend sobre la existencia de un cementerio en los terrenos de lo que fue la Imperial State Prison Farm (Granja de la Prisión Imperial Estatal) y el valor histórico que estaba quedando enterrado.
El activista estadunidense Reginald Moore ha dedicado 30 de sus 58 años a exigir la protección y el reconocimiento de sus ancestros en Sugar Land (Tierra del Azúcar).

Sus afirmaciones no eran solamente producto de un acertado instinto, sino que tenían el respaldo del Centro de Investigación Woodson, de la Universidad RICE, en donde reposa la colección personal de Moore sobre el modelo de arrendamiento de convictos en Sugar Land.
Entre 1985 y 1988, Moore trabajó con el sistema penitenciario de la zona y tuvo un contacto especial con la Granja y su historia. “Estar ahí era escucharlos y sentir su sufrimiento”, afirmó convencido.
La desgastada malla metálica que rodea el antiguo cementerio de la Granja Imperial, que funcionó hasta 1930, y las pocas lápidas que se mantienen en pie con nombres y números de prisioneros le revelaron, según él, “la opresión que décadas atrás invadió el lugar”. “Fueron años de análisis y dolor”, recordó.
Según los archivos, entre aquellos años más de 200 mil hombres, mujeres y niños fueron arrestados y condenados por infracciones menores en Texas.
Era la época de los llamados Códigos Negros, leyes estatales para poner límites a los derechos de la población afroamericana. Entre los delitos más comunes estaba la vagancia o desempleo, cuyo castigo era trabajar en las plantaciones y minas o pagar una multa nada asequible para los afectados.
Las enfermedades, la desnutrición y el maltrato causaron probablemente la muerte a cientos de presos. “Creemos que se trata de cuerpos enterrados entre 1878 y 1910”, explica el arqueólogo Reign Clark al detallar que los restos serán trasladados a un lugar apropiado después de hacerles análisis genealógicos.
Los principales medios texanos y estadounidenses dedicaron sus páginas a la historia que por décadas había sido gritada por Moore sin obtener eco. Sin embargo, el mayor logro para el activista es haber hecho visible “la historia enterrada de Sugar Land”.
En ese sentido, el superintendente de escuelas de Fort Bend, Charles Dupre, consideró que “ésta es una oportunidad extraordinaria para aprender mucho más sobre la historia de la región”, e impulsó la visita de estudiantes al lugar hasta ahora olvidado.
La construcción de un monumento está siendo evaluada por las autoridades locales, mientras que la comunidad negra, que es minoría en Sugar Land (7.43 por ciento de casi un millón de habitantes), ha organizado marchas pacíficas para honrar la memoria de los suyos.
“Vamos a reconocer a nuestros antepasados. Vamos a estar en comunión con sus espíritus y a pedirles orientación sobre el camino a seguir”, puntualizó Moore con una sonrisa.
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