El Manifiesto de la Alianza por la Salud Alimentaria

Eugenio Fernández Vázquez

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25 marzo,2018 6:22 am
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RAZONES VERDES
Eugenio Fernández Vázquez
Casi tres cuartas partes de los alimentos que consume la humanidad los producen pequeños agricultores. Sin embargo, las políticas públicas están cargadas contra ellos, y enfrentan una enorme presión para entregar su tierra a la agricultura industrial o por lo menos asumir sus prácticas, cuyos efectos son devastadores. Para corregir esta situación, un grupo de organizaciones agrupadas en la Alianza por la Salud Alimentaria, entre las que están Greenpeace, Semillas de Vida y El Poder del Consumidor, lanzó un Manifiesto a la nación por un Sistema Alimentario Nutricional, Justo y Sustentable.
El Manifiesto de la Alianza por la Salud Alimentaria propone una serie de acciones desde diversos sectores que, en su integralidad, contribuirían a fortalecer el mercado interno de alimentos, a que los mexicanos comamos mejor –y, por tanto, estemos mucho más sanos– y a reactivar las economías rurales y campesinas. Son propuestas que exigen acciones de muy diversos sectores –desde la Secretaría de Salud hasta la de Educación Pública, y desde la Secretaría de Economía hasta la Secretaría de Cultura.
Ahí radica su mayor aportación, en que deja de pensar en el campo y en la alimentación como cosas separadas. También hace la enorme contribución de insistir en la urgencia de que las políticas públicas hacia el campo se construyan de manera integral, y en que esa construcción sea democrática, transparente e incluyente.
Por ejemplo, al hablar de los cambios necesarios en el marco legal que afecta al campo nacional, los firmantes del Manifiesto proponen establecer medidas para que en las escuelas públicas solamente se ofrezcan alimentos y bebidas saludables, para que las compras gubernamentales sean fundamentalmente locales, y para que todos –pero especialmente las mujeres productoras– tengan acceso a educación y capacitación, a la tenencia de la tierra y al agua, al crédito y a los mercados.
Estas medidas ya serían muy buenas si se tomaran por separado. Con el enfoque que plantea la Alianza por la Salud Alimentaria, tienen la ventaja de multiplicar los efectos positivos las unas de las otras. Que las escuelas compren alimentos sanos y locales permitirá, de un solo golpe, que los niños crezcan más sanos y a reducir la obesidad; activar las economías locales y mejorar las condiciones en que esos niños tienen que estudiar, y generar vínculos entre la milpa y el poblado y entre el poblado y la ciudad, contribuyendo a regenerar el tejido social que tan maltratado está.
En este mismo sentido, el Sistema Alimentario Nacional, Justo y Sustentable que propone esta alianza, trabajaría con un nuevo enfoque que parece obvio, pero que hasta ahora sigue sin asumirse. En él, por ejemplo, se articularían explícitamente las políticas de combate a la pobreza, las agropecuarias, las de salud y las alimentarias. En un momento en que el país enfrenta una durísima crisis ambiental y de deforestación, se impulsarían prácticas agroecológicas por encima de las industriales, y se fortalecería la agricultura de conservación. Todo esto redundaría en mayor productividad, en un menor requerimiento de insumos y en más servicios ambientales.
Suena obvio, pero no lo ha sido para todos. Entre quienes han estado a cargo de la política agropecuaria en el país cunde la fe en la tecnología más que en las personas, y los cabilderos agroindustriales han sido más fuertes que las organizaciones campesinas. Esto ha hecho que el país consienta a los grandes productores corporativos y deje de lado a los pequeños productores.
Con el cambio de sexenio, se abre la puerta para construir una nueva relación de todos con el campo mexicano, con nuestra salud, con el medio ambiente y con el mundo rural. Los elementos básicos para el diseño de las nuevas políticas que se requieren están ya sobre la mesa, en este Manifiesto de la Alianza por la Salud Alimentaria. Toca a todos –en la ciudad tanto como en el campo– presionar para que esto ocurra.

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