Muere María del Carmen Elu Cayado, feminista emblemática de nuestro país

Para muchas personas, las mujeres que mueren durante el embarazo, parto o puerperio son sólo cifras, números que engrosan las estadísticas, pero para María del Carmen Elu Cayado...

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31 octubre,2017 2:16 pm
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Ciudad de México, 31 de octubre de 2017. María del Carmen Elu Cayado, una feminista emblemática que dedicó su vida a mirar a otras mujeres, las sin voz, falleció el pasado jueves 26 en la capital mexicana.

Para muchas personas, las mujeres que mueren durante el embarazo, parto o puerperio son sólo cifras, números que engrosan las estadísticas, pero para María del Carmen Elu Cayado eran rostros concretos y voces que han callado, que han desaparecido, y cuyas muertes pudieron evitarse.

De acuerdo con la doctora en antropología social, el desencuentro cultural, las relaciones de poder y el no respeto a las mujeres han contribuido a cavar sus tumbas.

Elu Cayado dedicó su vida a hacer visible la injusticia en la que viven las mujeres al ejercer su derecho a ser madres. “Saber es comprometerse a que cambien las cosas, saber es hacer que no siga pasando, saber es detener el dolor”, fue su consigna de vida.

En la década de 1960 aún no se hablaba de género, apenas empezaba a verse cómo las mujeres ejercerían la ciudadanía, y Maricarmen Elu, como también se le conocía, estudiaba ya las relaciones de poder en la pareja. Feminista o no feminista, le apostó a vivir en libertad.

Y muchos años de su vida los dedicó a darle sustento teórico a salvaguardar la vida de las mujeres.

Su tesis doctoral, La Luz Encarnada, fue para sustentar aquello que las autoridades y los pueblos no querían ver: que la muerte materna significa el respeto y valor que tienen las mujeres para los gobiernos, porque son muertes que se pueden evitar con recursos mínimos. Sin embargo, en México continúa pasando.

“A mí me meten en eso las mujeres que se mueren, escuchar la voz de las hijas y los hijos, y me obliga a darles voz. En el premio Zazil de Avon me dieron 100 mil pesos y 90 fueron para las parteras y 10 para comprarme el vestido de noche para recibir el premio que fue entregado en un lugar muy elegante. Cuando me tocó hablar agradecí el premio y dije: nunca pensé que un lugar como éste tenía que dar voz a las mujeres que mueren por ser mujeres y ser pobres”, dijo en su momento la antropóloga.

Añadió: “Como parte de las investigaciones realizadas en el libro Mujeres que hablan, yo percibía que las mujeres no tenían voz pública, porque no son escuchadas. La idea era dejar que las mujeres hablen y hagan públicos los problemas que viven, acompañarles en el camino de la búsqueda de la igualdad y el respeto”.

A ello dedicó su vida María del Carmen Elu Cayado. Hija de un agricultor vasco llamado Heriberto Elu y de una ama de casa cubana, María Luisa Cayado, nació en Bilbao, España, por un error geográfico, según ella.

Su madre, María Luisa, decidió que Maricarmen no estudiara bordado o piano. Iría a la escuela y llegaría a la Universidad. Y así lo hizo. Migró a los 15 años a Cuba con su familia.

A los ocho años de edad hacía el trayecto de Bilbao a Sodupe, el pueblo de sus abuelos, donde la mano firme y dulce de ellos le enseñó a ser libre. “Yo tenía mi pedazo de río para pescar camarones, tenía permiso de andar por donde quiera, sólo llegaba a la merienda y todo el día desaparecía”.

Su llegada a Cuba marcó el inicio de una nueva aventura, donde se encontró como en espera, para regresar a ver a sus abuelos o algo más. Y ese algo lo encontró en una conferencia de estudiantes universitarios católicos en El Salvador. Ahí, entre canciones con mariachis y flores en la mano, conoció a Luis Leñero, durante la disertación teórica. Tras dos años de noviazgo se casaron.

Extranjera en Cuba, María del Carmen Elu decidió, al lado de Luis, que vivirían en México, a donde se dirigieron con el argumento de que “yo ya era extrajera en un país, no había porque ser los dos extranjeros”.

Cuando arribó a México fue como recuperar la infancia. Los espacios llenos de luz, de montañas, la gente afable, la calidez de las personas, “A mí me pasó al revés de Cortés. Él salió de España, llegó a Cuba y conquistó México. Yo salí de España, llegué a Cuba y México me conquistó”.

Desde el Comité Por una Maternidad Sin riesgos, que dirigió, la feminista pugnó cada día porque las mujeres no murieran. Unas veces lo hizo como funcionaria, y en los últimos tiempos desde el diálogo abierto entre la sociedad civil y los gobiernos.

Impulsora de iniciativas, aportó el elemento de las autopsias verbales para mejorar el registro de la mortalidad materna en México, que no existía. Luego, en la década de 1970, apoyó la implementación de la planificación familiar en las comunidades rurales, y emprendió la campaña de “milagros” para sensibilizar al personal sanitario sobre la trascendencia de la salud de las mujeres y las niñas y niños.

“Ustedes pueden decirle a los que no pueden caminar: levántate y anda. Está en esa vacuna de polio, ustedes hacen milagros”.

Fundadora de la Red por la Salud de las Mujeres en Latinoamérica y la Red por las Mujeres en el Distrito Federal, y como asesora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el tema de la Salud Materna, Maricarmen Elu trabajó sin descanso.

“Como dice la canción, una piedra en mi camino me enseñó que mi destino… es seguir trabajando para que las mujeres tengan voz, pero ya en otro lugar. Este accidente en el que pude haber muerto sólo aceleró la decisión tomada hace cuatro años”, dijo en una ocasión.

Maricarmen Elu fue autora de más de 30 publicaciones sobre el tema de la muerte materna, y como investigadora encabezó, desde 2003, el programa “Prevención de muerte materna en mujeres migrantes jornaleras agrícolas”, en las entidades federativas de Oaxaca y Sinaloa.

El programa era dirigido a mujeres indígenas que trabajaban como jornaleras agrícolas con condición de migración circular entre esos dos estados de la República Mexicana, y tenía como objetivo reducir la mortalidad materna a través de la instrumentación de un modelo de intervención que incluía la equidad de género, salud sexual y reproductiva, prevención y atención de la violencia familiar, y derechos sexuales y reproductivos.

Dicho proyecto fue reconocido con el Premio Internacional por la Salud y la Dignidad de la Mujer, porque fortaleció al personal de salud, institucional y comunitario, para otorgar los servicios de salud materna basados en respeto a los derechos sexuales y reproductivos.

Texto: Erica Cervantes, Apro-Cimac / Foto: César Martínez López, Apro-Cimac

 

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