No me habían entrenado para el impacto de ver el espacio, recuerda Rodolfo Neri Vela

La Agencia Espacial Mexicana rechazó tenerlo como su asesor, señala. “En el sexenio que viene presionaré para que se consigan los recursos y México pueda tener su segundo...

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30 junio,2018 4:20 am
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Texto: Guillermo Rivera/ Foto: Cuartoscuro

El ingeniero en telecomunicaciones de padre de Chilpancingo y madre de Tierra Colorada rememora que todos los diarios de Guerrero dieron la noticia de su misión espacial; “estaban orgullosos”. La Agencia Espacial Mexicana rechazó tenerlo como su asesor, señala. “En el sexenio que viene presionaré para que se consigan los recursos y México pueda tener su segundo astronauta”, anuncia.

Entrevista con el primer y único astronauta mexicano
Ciudad de México, 30 de junio de 2018. El momento más intenso fue el despegue. La sensación de impotencia, de malestar. Había mucho ruido y no podía respirar. Durante unos segundos se aterró. Tuvo miedo de no resistir, de morir. Cuando lo consiguió, el resto fue lo menos. Estaba ahí, arriba de todos.
“No podía hablar. Cuando me asomé por la ventana y vi el espacio exterior me pasmé. ¡Quedé atónito! No me habían entrenado para eso”, cuenta a El Sur el mexicano protagonista de ese instante histórico.
Este 2018 se cumplen 33 años de su hazaña. El 26 de noviembre de 1985, la misión STS-61-B del transbordador espacial Atlantis despegó por segunda ocasión desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, con el propósito de poner en órbita tres satélites, entre ellos el Morelos II, el segundo construido en México.
Entre la tripulación se encontraba un mexicano, el primero y hasta ahora único latinoamericano que ha viajado al espacio con la NASA.
A través de un concurso de selección, el ingeniero Rodolfo Neri Vela llegó a Houston para ser entrenado e incorporado a una misión espacial; lucía en el hombro izquierdo de su traje de astronauta la bandera verde, blanco y rojo. Y cuando estaba ya a segundos del despegue en el Atlantis, pensó: “Todo mundo me está viendo, México estará al pendiente de esto”.
Allá arriba “vi los diferentes colores que separan a la Tierra del Universo. Me dije: ‘¿Qué vas a ser cuando regreses?’. Fueron siete días. Valoré la vida muchísimo más que antes de irme. Regresé con la certeza de nuestra insignificancia como especie. Fui más consciente de que existen muchas diferencias sociales, discriminación, pobreza”.
“En mi familia nunca había habido un ingeniero”
Ex catedrático de la UNAM, hoy se dedica a la divulgación de la ciencia. Rodolfo Neri Vela nació en la casa de sus abuelos paternos, en la calle 5 de Mayo número 11, en Chilpancingo, el 19 de febrero de 1952. Su abuelo, Rodolfo Neri Lacunza, fue gobernador de Guerrero.
Neri Vela fue el segundo de siete hermanos y creció en un casa antigua, con techo inclinado de teja, vigas de madera y un jardín con árboles frutales.
Su papá, médico titulado por la UNAM, conoció a quien sería su esposa en Tierra Colorada. Se mudaron a esa casa en Chilpancingo, donde el pequeño Rodolfo creció rodeado de libros. “A mi abuelo le gustaba leer y escribir”, recuerda entusiasmado.
Cuando su papá obtuvo un nuevo trabajo, la familia se instaló en la colonia Roma, de la Ciudad de México. Luego su papá construyó una casa en Iztacalco.
En vacaciones, repartía el tiempo entre Tierra Colorada y Chilpancingo. “Mi abuelo materno, Antonio, me enseñó a jugar ajedrez”.
Ingresó a la secundaria de la Preparatoria 2 de la UNAM, entonces en el Centro Histórico.
“Decidí estudiar ingeniería porque me gustan los retos. En mi familia nunca había habido un ingeniero”.
–Optó por una de las ingenierías más complicadas.
–A los 20 años tomé la decisión. Para entonces Neil Armstrong ya había ido a la Luna y a mí ya me llamaban la atención las microondas y la transmisión de información. Decidí que quería estudiar comunicaciones y electrónica porque era complicado. Después me enteré de que el Consejo de Ciencia y Tecnología de Inglaterra daba becas. Me inscribí y fui a la entrevista. En un telegrama me informaron que me habían dado la beca. En México, en mi especialidad no existían los doctorados en la UNAM. La mejor opción fue Inglaterra. Allá estudié ambos posgrados (en sistemas de telecomunicación y radiación electromagnética).
Sus abuelos murieron y “ya no había motivos para ir cada año a Guerrero, pero siempre tuve una conexión con Acapulco. Visitaba Puerto Marqués con mis padres y primos” y cuando regresaba de Inglaterra no perdía la oportunidad.
Neri Vela volvió a México en 1980. Trabajó un año en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en el proyecto de los satélites Morelos. Más tarde se pasó a la UNAM de tiempo completo para dar clases en el posgrado de Ingeniería. Ahí estaba cuando se presentó el concurso para la selección del primer astronauta.
“La noticia salió en todos los diarios de Guerrero. Fue nacional, pero en Guerrero estaban orgullosos. Soy guerrerense, realmente”.
“Desaprovechan mi experiencia”
Al bajar del avión, proveniente de Houston, un vehículo lo llevó a Los Pinos. Neri Vela entregó su informe, se hospedó en casa de sus papás y cuatro días después se fue de vacaciones a Acapulco. Era diciembre de 1985.
En enero siguiente comenzaron las conferencias en todo el país. “La gira que recuerdo con más cariño sucedió en marzo del 86 y fue en Guerrero. El gobernador de la época la organizó, con desfiles, bandas, conferencias. Todo abarrotado. Había mucha emoción. Visité muchos municipios”.
Desde entonces, lamenta, “se acuerdan de mí sólo cada tanto. Lo han desaprovechado, por mala organización y mezquindad para asignar recursos. Lamento que hagan eso con el único mexicano que ha representado al país en una misión espacial”.
–Usted no fue más al espacio tras estallar el Challenger.
–Es imposible especular qué hubiera pasado, porque México tenía excelente relación con la NASA. Las circunstancias no se presentaron. Siete semanas después de mi regreso, en la nave Atlantis, el Challenger estalló cuando iba en ascenso, a unos segundos de su despegue. Era enero de 1986, murieron siete astronautas, cinco hombres y dos mujeres. La NASA dejó de enviar astronautas durante casi tres años y en México todo se enfrió.
Hay malinchismo –dice con voz triste–. Lo he sufrido desde hace más de 30 años. He recibido cariño de la población, pero también hubo crítica que subestimaba mi trabajo.
–Cuáles fueron los comentarios negativos?
–Que mi entrenamiento era corto, que no era un astronauta.
–En 2015 se cumplieron 30 años de esa misión. Usted recibió la Medalla al Mérito Ciudadano de la Asamblea Legislativa del DF y la Medalla Eduardo Neri de la Cámara de Diputados.
–Esperaba una gira similar, pero no les interesó. A ninguna autoridad. No es queja, es comentario. En diversas partes del país hay niños que no saben que existí. Por descuido de la SEP a nivel federal se ha desaprovechado mi experiencia.
Neri Vela relata que la SEP y el Conacyt “me invitaban a eventos, me publicaban libros”. Recuerda que en aquel tiempo la divulgación científica era vasta. Ahora, lamenta, “les da flojera y no se dan cuenta de que la niñez y juventud guerrerense y mexicana necesitan motivación”.
Cuando recibió la medalla en la Cámara de Diputados lanzó un crítico discurso: “Dije que había mucha corrupción, impunidad, falta de atención, de educación, que hay un grave problema de migración y que no creamos tecnología propia. Creo que nadie del PRI me felicitó”.
Divulgar la investigación científica
Rodolfo Neri Vela tiene un perfil en Twitter (@Dr_Neri_Vela) y su experiencia en esa red social, hasta ahora, no ha sido la mejor: “Escribes algo y salen enseguida los troles y mercenarios cibernéticos y te avientan lodo. Es la parte mala de las redes”.
Fue en esa red social donde el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, agradeció el apoyo que el ingeniero le había manifestado en una conferencia en la Universidad de Guadalajara.
–¿Qué opina de la divulgación científica de la actual administración?
–El Conacyt hace un poco de labor, y también los estados, que tienen instituciones pequeñas. El problema es que son insuficientes esos eventos. Casi todos se esperan a hacer actos en octubre, cuando es la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, y son llamaradas de petate. Me gustaría mucho colaborar con esa dependencia, sobre todo en esta época de mi vida, porque no pienso hacer divulgación científica para siempre. Desaprovechan mis últimos años.
Universidades y tecnológicos lo buscan. “Lo absurdo”, resalta, es que las dependencias de gobierno lo ignoren para actos dirigidos a jóvenes a los que podría narrar ese momento histórico de 1985.
Pero confía en que en la siguiente administración “se fortalezca la divulgación científica, cuando se concrete el triunfo inminente. Ha habido una guerra sucia”.
“No me importa quedar bien con alguien”
Neri Vela se detiene. Toma aire, sonríe y suelta: “Estoy convencido de que la mejor opción para México es AMLO. Los jóvenes tendrán más posibilidades para desarrollar su talento en el campo científico. Me voy a encargar de presionar para que suceda”.
–Usted decidió dar a conocer su postura, ¿qué lo motivó?
–Nadie me lo pidió. No busco ningún hueso, como los troles sugieren. Estoy dispuesto a colaborar con quien desee organizar una gira decente de divulgación científica. Antes de que muriera mi padre, hace siete años, me explicaba por qué AMLO merecía ser presidente. Después vi el desastre de esta administración y cómo empeoraron las cosas. De por sí Felipe Calderón las dejó mal. Llegaron puros niños pirruris, inexpertos, y desbarataron al país. Todos los escándalos de desvíos, de gobernadores en fuga. Eso me hizo reflexionar.
–¿Qué dijo su papá sobre López Obrador?
–Que urgían soluciones para los más necesitados. Que el neoliberalismo sólo había beneficiado a unos cuantos. Estoy totalmente de acuerdo. Sé que mi padre estaría orgulloso de mi decisión. A diferencia de personas que sobresalen y guardan silencio para no dañar su imagen, asumí un riesgo. México necesita una transformación intensa. Un gobierno de continuidad no nos va a dar eso.
Lo animó también escuchar que México “se va a convertir en Venezuela”, una serie de barbaridades, ofensivas para la gente con conocimiento. No me arrepiento. A estas alturas de mi vida, no me importa quedar bien con alguien.
Si fuera legal cultivar amapola, habría recursos, no violencia
Rodolfo Neri Vela se define como una persona “soltera, feliz, independiente. Con mucha relación con mi madre, que aún vive, mis hermanos y sobrinos”. Antes de despedirse, concluye que la vida está colmada de absurdos.
Por ejemplo, cuando él ofreció servicios de asesor a la Agencia Espacial Mexicana, le cerraron la puerta “al único astronauta del país. La agencia lleva siete años en operación y es triste decir que no ha hecho nada relevante, de impacto. Eso ha decepcionado mucho a jóvenes que estudian ingenierías, ellos me lo han dicho en las universidades y tecnológicos.
“Podrán decirme irracional, pero en el sexenio que viene presionaré para que se consigan los recursos y México pueda tener su segundo astronauta. Me gustaría asesorar, dar mi conocimiento”.
Otro absurdo, indica, es la violencia que se vive en Guerrero, que es “un mundo de absurdos. Urge regular el cultivo legal de ciertas plantas de las que se derivan ciertas drogas. Si no, no se va a acabar el problema. Los campesinos en Guerrero, para poder comer, se ven obligados a cultivar amapola. Si se regularizara, si se crearan las bases para que los comuneros lo hagan de manera legal, y el gobierno de Guerrero, con recursos federales, construyera una farmacéutica hecha y derecha, se tendrían altos ingresos en el estado. Podría convertirse en unos de los mayores exportadores de morfina en el mundo.
–Y no pasa.
–No hay porqué asustarse. Es algo que existe en todos los hospitales para aliviar el dolor de pacientes con complicaciones. México paga millones de dólares importando morfina. Otro absurdo. Funcionarios de Guerrero me han dicho que el gobernador no rechaza esa opción, el problema es que en el centro no quieren. Se tapan los ojos. Lo mismo con la mariguana. En Estados Unidos y Canadá comenzaron vendiendo porciones pequeñas. Ahora van a supermercados a comprar sus cajitas. Aquí los políticos se siguen autoflagelando
(En la imagen: Ex catedrático de la UNAM, Rodolfo Neri Vela, se dedica a la divulgación de la ciencia/ Foto: Cuartoscuro)
 

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