“Nocturno de la democracia mexicana”

Silvestre Pacheco León

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18 febrero,2019 6:50 am
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Silvestre Pacheco León
 
El libro de Héctor Aguilar Camín, Nocturno de la democracia mexicana, de la editorial Debate, está recibiendo una amplia difusión en los medios de comunicación masiva.
La razón no es solamente porque se trata de la obra de un historiador, escritor y novelista reconocido en el mundo de la cultura, sino por  el repaso histórico que hace de lo que llama la “cultura política mexicana” en la que el autor de las novelas La guerra de Galio y Morir en el golfo, habla de la proclividad del pueblo mexicano  por el justiciero derrotado en lugar del líder exitoso. (Preferimos al rey Cuauhtémoc frente al conquistador Hernán Cortés, a Vicente Guerrero frente a Agustín de Iturbide; a Emiliano Zapata, Madero y Pancho Villa frente a Porfirio Díaz).
Todo como antecedente para su caracterización del liderazgo creciente de Andrés Manuel López Obrador cuyo gobierno se le antoja errático y ambiguo, a pesar de su admirable oratoria eficaz y su destreza en el manejo de las emociones del tabasqueño, de quien anticipa que desperdiciará también (como López Portillo, Enrique Peña Nieto, Vicente Fox y Calderón), la oportunidad de sacar al país del subdesarrollo.
En un acto de franqueza, Héctor Aguilar Camín reconoce que en el hablar pausado de López Obrador, hay una virtud y no un defecto como pretenden hacer creer sus detractores, que se trata de un esfuerzo del presidente para buscar, hasta encontrar, la palabra exacta que explique mejor sus ideas que convencen a la mayoría.
El interés de los medios por el contenido del libro que tan ameno resulta para quien escucha al autor ( lo he visto en la entrevista que le hizo Carlos Loret de Mola en Despierta, y en su conversación con Leo Zuckerman en su programa de televisión La hora de opinar), el interés que ha despertado Nocturno de la democracia mexicana, se debe también a la postura crítica de Aguilar Camín frente al presidente de la República cuyo inicio de sexenio al historiador le parece errático y ambiguo.
El prestigio del autor quintanarroense  al que la izquierda ha definido como uno más de los intelectuales orgánicos apoyadores del modelo neoliberal que ahora enfrenta y critica al nuevo régimen, es aprovechado para fortalecer las posiciones de quienes se han visto afectados por la política del gobernante tabasqueño, particularmente frente a su estrategia para combatir la corrupción.
Aún no tengo la oportunidad de leer el libro en cuyo título Aguilar Camín toma el concepto musical de Nocturno, que nos remite a su actitud reflexiva y nostálgica, y también insatisfecha por los resultados que ha tenido el régimen priísta en el desarrollo del país.
Sólo por lo que el propio autor ha comentado sobre lo que dice en el libro, se puede saber que Aguilar Camín, como muchos de su generación, es un hombre pesimista e insatisfecho respecto a los cambios que durante su vida ha vivido el país.
Sin criticar al modelo neoliberal que en sus 36 años de vigencia jamás alcanzó un crecimiento económico como el de otros países (lo compara con Chile y su crecimiento anual del 5 por ciento) y tampoco hizo mucho por la igualdad de oportunidades para los mexicanos, Héctor marca dos momentos en la historia reciente del país que fueron desperdiciados por errores de sus propios dirigentes: durante el gobierno de José López Portillo, cuando como presidente anunció que el país era dueño de inmensos yacimientos petroleros (Aguilar Camín recuerda que aquel presidente nos convocó entonces a administrar la abundancia); y después durante el periodo neoliberal y democrático marcado por la transición entre los gobiernos del PRI y PAN, se dilapidó la renta petrolera cuyo tamaño creció muchas veces más que  durante el lopezportillismo.
Para el escritor y novelista, México perdió en aquellas dos ocasiones la oportunidad de acceder al primer mundo como país emergente, aunque no haya sido menor el logro de alejarse del Tercer Mundo al que nos confinó Luis Echeverría.
En su recorrido por la historia de México Aguilar Camín ha dicho en sus comentarios que la cultura política es la verdadera veta que nos puede explicar hacia dónde camina el país (aunque no lo dice textual reparte responsabilidades entre todos los mexicanos por ser proclives al derrotismo, somos  ambiguos y carentes de memoria, y a eso se deben los desastres que hemos vivido).
La guerra contra el huachicol
Aparte de que Aguilar Camín era promotor de la idea de que en el combate a la corrupción (empezando por la imposible batalla contra el huachicol) la estrategia  era errónea y obsoleta, destinada a la derrota, el riesgo principal del gobierno en su ascendente popularidad lo ve en el agotamiento de los recursos públicos ahora utilizados para financiar los programas de bienestar, que según él no le alcanzarán al tabasqueño para todo su gobierno, también le critica su aparente aislamiento del contexto económico mundial que dicta el capital.
Mientras a la izquierda radical le parece un defecto que López Obrador no se declare anticapitalista, a los neoliberales les preocupa la intromisión del Estado en los asuntos del mercado (aunque está visto hasta el cansancio que el mercado concentra el poder del capital).
En el nuevo régimen que encabeza López Obrador existe la concepción de que el avance y desarrollo del país vendrá de la igualdad de oportunidades, de una sociedad sin privilegios (sólo los viejos y los niños serán privilegiados, decía Heberto Castillo de la sociedad por la cual luchábamos) y en ese sentido significa recoger las banderas de los héroes justicieros en otro tiempo derrotados. La política del bienestar que se traduce en tantos programas para dispersar entre los de abajo los recursos en otro tiempo dispendiados, es lo nuevo del modelo del régimen obradorista que no estaba claro para la izquierda radical y tradicional.
Durante muchos años nos dejamos llevar por la idea de que para alcanzar la justicia social era preciso crear una situación revolucionaria de ruptura. Destruir para construir, pero nunca mediante una revolución pacífica.
El nuevo régimen nos ha mostrado que existen tantas reservas económicas en el país que si se logra limpiar de corrupción, habrá recursos suficientes no sólo para el financiamiento de los ambiciosos y justicieros programas sociales y económicos, sino también para fortalecer las finanzas y la modernización de las estratégicas empresas del Estado como Pemex y la CFE.
Tomar medidas justicieras para reivindicar a los héroes que nos dieron patria, era una tarea insoslayable y urgente frente a tanta desigualdad, y en ése camino el gobierno siempre contará con el apoyo popular pese a los agoreros del desastre.
 
 

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