Texto: Redacción El Sur / Imagen: Portal ZonaDivas.com
Ciudad de México, 24 de abril de 2018. El portal electrónico ZonaDivas.com obligaba a sus empleadas a adquirir deudas que luego eran saldadas mediante servicios de prostitución.
Las mujeres que comenzaban a trabajar en Zona Divas firmaban contratos de exclusividad por la empresa, en el documento nunca se mencionaba la prostitución, y hasta había cláusulas en las que se pedía a las chicas avisar si eran víctimas de trata, pero los encargados del portal las obligaban a adquirir deudas que luego eran saldadas mediante sexoservicios.
En el contrato se puede leer que las mujeres afirman ser legalmente adultas y encontrarse en el país de manera también legal; de igual forma, aceptan que las imágenes que se colocarán en su página de perfil y sus dataos de contacto tendrán como objetivo su localización para trabajos artísticos, de modelaje y para prestar servicios como edecanes, y no serán forzadas a publicar dicha información.
Sin embargo, los problemas empezaban cuando se hablaba de la posibilidad de salir de sus países de origen, pues desde que se les ofrecía “el empleo” se les brindaba un préstamo de entre 80 mil y hasta 240 mil pesos mexicanos, para ayudarlas en sus gastos de avión, hospedaje, alimentación, gastos migratorios, fotos y demás viáticos en los que se ocuparía dicho capital.
Se les decía que al llegar a México serían empleadas como modelos, modelos de pasarela o actuación, pero al llegar no había dichos empleos y una vez adquirida la deuda se les obligaba a prostituirse para saldarla.
Por lo regular, las mujeres procedían de Venezuela, Colombia, Paraguay, Costa Rica y Argentina, entre otros lugares de Centroamérica. Las mujeres eran localizadas con diferentes intermediarios que al final de la red de relaciones las ponían en contacto con el dueño de Zona Divas, Ignacio Antonio Santoyo Cervantes El Sony, o alguno de sus socios.
En sus países de origen existen agencias falsas que se dedican a atraer a las mujeres a México, y luego El Sony las obligaba a prostituirse. De hecho era él quien primero tenía relaciones con las chicas para decidir quiénes serían sus clientes, sobre todo empresario y políticos.
De entre las mujeres había quienes trabajaban las 24 horas y si no lo hacían no las alimentaban y estaban por completo privadas de su libertad, en unos cuartos alejados de las promesas de “vivir bien” que se les habían hecho.
Desde 2009 un juez federal había iniciado un proceso contra Santoyo, de quien ya se sabía se dedicaba a ingresar a mujeres en nuestro país para prostituirlas, según investigaciones de la Procuraduría General de la República, Santoyo cobraba a los jóvenes procedentes de distintos países una cuota mensual para publicitarlas por internet y para brindarles hospedaje durante su permanencia en México, pero también exigía un porcentaje por los sexoservicios que las mujeres prestaban.
