Pobreza y violencia política

Jorge Camacho Peñaloza

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18 enero,2019 7:37 am
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Jorge Camacho Peñaloza
“Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”
Voltaire
Desde hace tiempo los estudiosos del desarrollo han concluido que uno de los problemas centrales de las sociedades con escaso nivel de desarrollo, y que al parecer no ha sido referente serio de los políticos, gobiernos y partidos, es no solo la pobreza en sus distintas acepciones, como la patrimonial, la física, institucional, alimentaria, de conocimientos, derechos o capacidades, sino la pobreza política, la que genera decisiones colectivas, a problemas colectivos y encaminadas a soluciones colectivas o en beneficio de la sociedad; una sociedad con pobreza política no genera decisiones y soluciones colectivas a problemas que aquejan a las personas, sino que hace que los problemas persistan, no se resuelvan, incluso se les fomenten porque así conviene a algunos.
En Guerrero hace falta mucha política, producir buena política, generar riqueza política para que haya diálogo, libre pluralidad y expresión de las ideas, tolerancia y convivencia en la divergencia, civilidad, canalización por cauces institucionales y legales de las divergencias, todo esto que impide que la política sea sustituida por la violencia, el rencor y la irreconciabilidad, porque además de pobreza política Guerrero ha sido presa de esto último que ha mantenido a los guerrerenses en permanente confrontación y conflicto, lo que se traduce en una desarticulación que conviene a quienes obtienen beneficios de esa pobreza y violencia política: privilegios, control y poder.
La pobreza política desata episodios de violencia por el desconocimiento o inexistencia de cauces institucionales para procesar las diferencias, reclamar derechos o demandar justicia, lo que hace que los problemas y diferencias se resuelvan de acuerdo a la ley de la selva, a gritos, sombrerazos, bloqueos o tiros, imponerse quien sepa o crea que las cosas se resuelven a través de la fuerza; o cuando se carece de argumentos o razones, ahí en la pobreza política es donde la violencia se vuelve un recurso.
Entrado el siglo XXI la política se empezó a perfilar hacia su enriquecimiento en el país y en el estado, con una mayor convivencia de la pluralidad, diálogo, corresponsabilidad y avance de la institucionalidad, sin embargo, en algunos momentos pareciera que se atascaba con posturas políticas retrógradas de algunos actores políticos y de gobierno que por cierto causaron gran daño a nuestro estado con ciertos niveles de regresión o incremento de la pobreza y violencia política.
En 2005 parecía que la llegada de la izquierda al poder estatal conllevaría a enriquecer la política guerrerense sin embargo el desenlace de la relación entre el gobernador Zeferino Torreblanca y el perredismo contuvo la posibilidad de hacer crecer la política en el estado entrando en un bache con lodo durante los gobiernos de Ángel Aguirre y Rogelio Ortega causando una regresión que tuvo como máximas expresiones violentas en las agresiones a los estudiantes de Ayotzinapa y la corrupción en los dos últimos gobiernos, que llevaron al estado a una situación delicada de ingobernabilidad.
Superada esta última etapa de retroceso con la llegada al poder estatal de Héctor Astudillo Flores, sorprendentemente algunos actores de la fuerza política que se alzó con la victoria en la pasada elección del primero de julio, con cuyo resultado creemos que puede ayudar a superar la pobreza política, militantes y dirigentes de Morena están dando muestras de pretender convertir la política del estado en una arena de odio y rencor ideológico al más puro estilo de las doctrinas sectarias de la izquierda trasnochada de los años setentas del siglo pasado.
Los sucesos de Tlapa del pasado viernes en los que los organizadores del evento en el que el Presidente Andrés Manuel López Obrador vino a arrancar un programa social, orquestaron una rechifla y falta de respeto al invitado del Presidente, el gobernador Héctor Astudillo Flores, mostraron el verdadero nivel político de algunos dirigentes y militantes de Morena, un nivel que cae en el rechazo mismo a la esencia de la política y convivencia democrática, con esa actitud evidenciaron su pobreza política que los lleva a comportarse violentamente, y qué bueno que se exhibieron, ya vamos viendo sus limitados alcances, con ese nivel seguro no alcanzarán la gubernatura en 2021, para que vean que una cosa es ser borracho y otra cantinero.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A Amílcar que ora sí sus huestes se pasaron de tueste, que de violencia los guerrerenses ya no queremos saber, luego luego se ve que pasó de noche sus clases sobre… Voltaire.
 
 

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