Texto: Eleonora Jimena Rivera Hurtado y Erika P. Bucio/ Agencia Reforma/ Foto: EFE
Ciudad de México, 28 de mayo de 2018. Morgan Freeman podría perder su premio a los Logros de una Vida, el cual le fue otorgado en enero de este año en reconocimiento a su carrera profesional por la organización Screen Actors Guild (SAG), informó TMZ.
El actor fue recientemente acusado de acoso sexual por ocho mujeres, y ocho personas más fueron testigos de los hechos.
“Se trata de graves y devastadoras alegaciones, las cuales son completamente contrarias a los pasos que hemos tomado para asegurar un espacio de trabajo seguro para los profesionales de esta industria”, aseguró un representante del sindicato de actores.
El equipo del SAG es consciente de que Freeman tiene derecho al debido proceso, pero aseguró que se debe empezar por creer a “las valientes voces que salen adelante” para denunciar el acoso.
Freeman ya negó dos veces haber cometido acoso y aseguró que nunca fue su intención hacer sentir mal a nadie con sus acciones.
Política de cero tolerancia
Peter Gelb, el gerente general del Metropolitan Opera House (Met), reitera: una política de cero tolerancia ante cualquier caso de conducta sexual inapropiada y un mayor grado de vigilancia en la compañía, a raíz del caso del director James Levine.
La casa de ópera demandó a Levine por el daño causado a raíz de los incidentes de abuso y acoso sexual de los que ha sido acusado el veterano director de orquesta. La compañía exige a Levine al menos 5.85 millones de dólares en daños e intereses, por el daño económico y a la reputación de la institución.
Levine fue despedido en marzo pasado tras una investigación interna, que encontró pruebas en su contra por acoso y abuso sexual. El veterano director de orquesta respondió con una demanda por incumplimiento de contrato y difamación por 5.8 millones de dólares.
“El Met es una institución más fuerte que cualquier individuo”, asevera Gelb, quien acaba de completar su duodécima temporada como gerente general.
Un final triste para una carrera, acota Gelb, dada la trayectoria de Levine, quien tras su retiro en 2016 fue nombrado director musical emérito.
“Pero una gran carrera artística no te da pase libre para comportarse de una manera inapropiada. Por otro lado, no negamos ni ignoramos su gran legado artístico ni el rol tan importante que ha jugado en la historia del Met, pero la compañía entiende lo que sucede”, asegura.
Gelb fue entrevistado a propósito de la temporada 2018-2019 de transmisiones En vivo desde el Met de Nueva York, del 6 de octubre de 2018 al 11 de mayo de 2019, con cuatro nuevas producciones y seis reestrenos, con voces como el tenor mexicano Javier Camarena, la rusa Anna Netrebko la mezzosoprano letona Elina Garanca, el tenor francés Roberto Alagna y la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek.
Los títulos programados son Aída (Verdi), Sansón y Dalila (Saint-Saëns), La Fanciulla del West (Puccini), Marnie (Nico Muhly), La Traviata (Verdi), Adriana Lecouvreur (Cilea), Carmen (Bizet), La hija del regimiento (Donizetti), La Valquiria (Wagner) y Diálogos de Carmelitas (Francis Poulenc).
Una iniciativa lanzada por Gelb, que en México comenzó a verse en 2008, como un esfuerzo por traer aire fresco a la ópera y hacerla accesible para un público más amplio. Y sí, admite, las transmisiones contribuyen a las finanzas de la casa de ópera aun cuando el precio de las entradas resulta accesible, con un promedio alrededor del mundo de 20 dólares, y el Met recibe el 50 por ciento del ingreso en taquilla.
“Pero la ópera es, sin duda, la más cara de las artes escénicas porque envuelve muchas diferentes disciplinas artísticas: una orquesta, un coro grande, bailarines, visuales, escenografía, y alcanza una escala épica, así que no es algo pueda hacerse para obtener ganancias. Nos apoyamos mucho en donaciones de personas que aman la opera y quieren apoyarla. Las ganancias que obtenemos son artísticas, no financieras”, afirmó Gelb.
Una nueva producción puede costar de 2 a 4 millones de dólares. Sostener a su fuerza de trabajo cuesta casi 21 millones de dólares al año. Su reto es balancear el presupuesto, mantener a la compañía funcionando y atraer a más público.
“Despierto cada mañana pensado qué puedo hacer para que el Met cumpla con su misión que es mantener la ópera viva”.
