Gaspard Estrada
En las últimas semanas la prensa internacional ha venido dando espacio a un proyecto de nombramiento por lo menos inusitado: el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha anunciado su intención de nombrar como embajador de Brasil ante Estados Unidos, a su hijo Eduardo Bolsonaro. De inmediato, este anuncio despertó las críticas de la prensa brasileña e internacional, así como dejó de manifiesto la voluntad de Bolsonaro de despreciar a los cuadros del Itamaraty, la sede del prestigioso servicio exterior de Brasil.
En efecto, Eduardo Bolsonaro, que acaba de cumplir la edad mínima para poder ejercer el cargo de embajador –35 años–, es actualmente diputado federal y presidente del Partido Social Liberal, PSL, la agremiación del presidente Jair Bolsonaro, en el estado de São Paulo. Si bien fue el diputado más votado en su estado, con más de 1.8 millones de votos, no dispone de experiencia diplomática alguna. Sin embargo, para defender su postulación al cargo, este último declaró que además de ser presidente de la comisión de relaciones exteriores de la cámara de diputados, había hecho un intercambio en Estados Unidos y había aprendido a “cocinar hamburguesas”, lo cual suscitó el sarcasmo de buena parte de la prensa y de la opinión pública brasileña.
Según una encuesta publicada hace pocos días, el eventual nombramiento de Eduardo Bolsonaro es rechazado por una mayoría de brasileños. Dentro del Itamaraty, existe una tensión cada vez más palpable a raíz de los cambios impuestos por el presidente, así como por su ministro de relaciones exteriores, Ernesto Araújo, a las grandes líneas de política exterior de Brasil, y en particular al giro dramático que ha tomado la relación bilateral entre Brasil y Estados Unidos.
Durante la visita de Estado de Jair Bolsonaro a Washington, a mediados de marzo de este año, Brasil anunció una serie de medidas unilaterales, como la autorización de la explotación por Estados Unidos de la base espacial de Alcantara en el Estado de Maranhão, el fin de las visas para ciudadanos estadunidenses que busquen ingresar a territorio brasileño, y la cancelación por parte del gobierno brasileño de sus ventajas como “economía en desarrollo” en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC), a cambio de una promesa de parte del gobierno de Donald Trump de apoyar la candidatura de Brasil como miembro pleno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Estas medidas generaron fuertes críticas en el seno de la cancillería brasileña, inclusive de parte de sectores más a la derecha. Varios ex cancilleres, y el propio ex presidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), opositor al Partido de los Trabajadores fundado por el ex presidente Lula, publicaron varios artículos de opinión criticando las orientaciones de Jair Bolsonaro, provocando la ira de este último.
Desde su elección como presidente de la República, Bolsonaro considera que la cancillería brasileña es un foco de resistencia hacia sus políticas. De tal suerte que nombró a un diplomático totalmente alineado con sus ideas, Ernesto Araújo. Además de desplazar a buena parte de la plana mayor de este cuerpo de carrera, Araújo ha introducido cambios en el currículo del Instituto Rio Branco, donde se forman los diplomáticos de aquel país, y reorientado las prioridades de política exterior. Es en este contexto de tensión que Jair Bolsonaro decidió hacer pública la voluntad de nombrar a su hijo, con el pretexto que dispone de una cercanía con el presidente Donald Trump y su familia. Si bien es cierto que Trump dejó claro el acceso del cual dispone Eduardo Bolsonaro en la Casa Blanca durante la visita de Estado de su padre en marzo, queda claro que Estados Unidos velarán por sus intereses. ¿Acaso el hijo de Bolsonaro, en aras de quedar bien con Trump, trabaja en favor de los intereses de Estados Unidos en vez de hacerlo por Brasil? La pregunta queda en el aire.
Twitter: @Gaspard_Estrada
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
