Presentan en Venecia “La noche de los 12 años”, que relata cómo los militares intentaron volver loco a Pepe Mujica

La cinta se basa en el libro "Memorias del calabozo", que escribieron dos de los protagonistas: Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro (este último ya fallecido).

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2 septiembre,2018 7:31 am
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Texto: DPA/ Foto: EFE
Venecia, Italia, 2 de septiembre de 2018. Es andaluz, pero desde que está con sus compañeros de la película uruguaya La noche de 12 años, a Antonio de la Torre se le escapa el acento de ese país sudamericano. No deja de imitar cuando puede al Pepe, como él denomina al ex presidente uruguayo José Mújica, en cuya piel se mete a las órdenes de Álvaro Brechner.
De la Torre, que ya se está convirtiendo en un asiduo en el Festival de Venecia desde que estrenó Gordos, se sumó de inmediato al proyecto que se estrenó ayer en el certamen cuando Brechner le habló de los tupamaros, los guerrilleros izquierdistas que lucharon contra la dictadura uruguaya en los años 60 y 70, y le contó el experimento al que los militares sometieron a un grupo de líderes guerrilleros, que fueron sacados de la cárcel y aislados durante años en un intento de volverlos locos.
La noche de los 12 años, que se exhibe en la sección Horizontes, la segunda en importancia en Venecia, se basa en el libro Memorias del calabozo, que escribieron dos de los protagonistas: Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro (este último ya fallecido).
Antonio de la Torre, que perdió más de 15 kilos para encarnar a una persona que con los años se convertiría en un líder político de referencia, habla en entrevista de su interpretación de un hombre que hizo un viaje de ida y vuelta a la locura.
–¿Cómo se embarca uno en un personaje tan icónico que además está vivo?
–Intenté familiarizarme todo lo que pudiera con Uruguay, con los tupamaros, con gente que estuvo cerca de él. Era intentar hacer la casa desde los cimientos. Cuando haces de alguien vivo, tienes que intentar tener cosas que le hagan un poco reconocible (…) pero sin perder el asidero de quien eres tú, porque si no, haces una imitación y eso es peligroso. Cuando se interpreta a un personaje que está vivo tienes que acercarte a él. Una cosa es una imitación y la otra la composición: hacer un personaje y que te creas que está vivo.
–¿Y cómo se consigue eso?
–No tengo ni las más reputa idea. Ni siquiera sé si lo he conseguido. He hecho lo que he podido. Si yo tuviera la fórmula… Al final uno hace lo que puede y algunas veces te sale mejor y otras peor. Como dijo el Pepe (Mujica) cuando le contaron que yo iba hacer de él: “bueno, alguien tiene que hacerlo”. ¿Qué te parece? (risas). Tiene cero vanidad. Pero yo creo que se trata sobre todo de captar su alma. Al final de lo que se trata es que el espectador entre en la película.
–¿Cómo fueron los encuentros con Mujica?
–Él nos ha ayudado en la película, no por vanidad. De hecho, si por él fuera no le hubiera dado ni pelota. Pero él sí que logró captar que nosotros nos acercamos con alma a la película, con respeto, con gana. De hecho, cuando vio la película, me mandó un video precioso, muy bonito, dando las gracias, diciendo que qué suerte que la hiciéramos y que daba las gracias en nombre de los compañeros tupamaros anónimos que se quedaron por el camino.
Conocemos al Pepe mayor, consciente sí mismo, de la dimensión pública, porque que él no sea vanidoso, no significa que no sea consciente que tiene una dimensión pública. Verle como era en esos años, te lo tienes que imaginar. (…) Es un hombre que hizo un viaje de ida y vuelta a la locura, pero a Mujica no le pudimos sacar mucho y ahí pensé eso es una información, una información de esa sobriedad, de esa resistencia. Yo lo que pensé es que tengo que hacer un luchador.
Le preguntamos mucho cómo pudo resistir y dijo que con la rutina y que también le daba mucha bola al pensamiento político. La conclusión a la que llegamos es que los que tenían el pensamiento político más fuerte, los que tenían la convicción política más fuerte, resistieron mejor. La ideología les ayudaba a resistir.
 
La concursante Suspiria, de Luca Guadagnino, divide opiniones
Algunos silbaron, otros pocos abuchearon, otros se marcharon, pero también hubo quien aplaudió Suspiria, del italiano Luca Guadagnino, que se presentó ayer en el Festival de Venecia y en la que el director superpone de forma desconcertante temas como el feminismo o la dominación del ser humano a través de una estética apabullante y en ciertos momentos macabra.
Suspiria es una película sobre lo terrible de las relaciones interpersonales, lo terrible de lo femenino y lo terrible de la historia”. Así definió el director en rueda de prensa su trabajo, un remake de la película de su compatriota Dario Argento que marcó inexorablemente el cine de terror en los años 70, la misma época en la que transcurre la obra de Guadagnino.
“El 77 fue una época muy importante de la revolución feminista, sobre todo en Europa. Hubo grandes movimientos en Francia y en Italia. Sobre todo en Italia no se trataba de lograr la igualdad como en Estados Unidos sino de destacar la diferencia. Y nos interesaba mucho eso dado el tema que trata la película”, añadió el cineasta, que el año pasado entusiasmó con su Call me by your name.
La cinta de terror psicológico está ambientada en una escuela de danza en Berlín dirigida por un grupo de siniestras mujeres, donde la venerada y manipuladora coreógrafa (Tilda Swinton) acoge a una nueva bailarina (Dakota Johnson) tras la desaparición de otra compañera (Chloë Grace Moretz).
En una cinta que cuenta con un reparto casi exclusivo de mujeres, el cineasta fue consultado además qué piensa del movimiento #MeToo, centrado en la denuncia de los abusos contra mujeres. “Evidentemente no hay vuelta atrás”, dijo.
Aunque la película se rodó antes de que el movimiento arrancase el año pasado, “me gusta pensar que nuestro trabajo viene de la idea de que no hay que aplastar al otro con el poder propio”, agregó el cineasta.
Lo que no quedó claro en la presentación de la película es si Tilda Swinton, además de dar vida a la coprotagonista, también encarna a un anciano sicólogo bajo un logrado maquillaje. Aunque son varios los medios que apuntan esta posibilidad, la actriz británica, amiga y cómplice del realizador, lo negó de forma un tanto irónica.
Por su parte, Peterloo, el drama sobre la revuelta ciudadana exigiendo más democracia a comienzos del siglo XIX en Reino Unido, también dividió a la crítica. El cineasta de 75 años, tantos como ediciones tiene el certamen italiano, escogió estos eventos para reflexionar sobre cómo es el mundo actual, según dijo en su comparecencia ante la prensa.
Democracia, la voz del pueblo, poder, pobreza son temas que emergen en esta obra y tienen un eco en la sociedad actual. Leigh recurre al nacimiento de la democracia para “reflexionar sobre nuestro mundo”.
“Nunca hice una película que diga lo que (el espectador) tiene que pensar, pero sí que plantee interrogantes. Sin duda (es una película) sobre política y la maquinaria política”, añadió.
 

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