Presentan testimonios de abuso a alumnas en la UAG en Jornada de Visibilización

Las participantes narran lo tortuoso del proceso de queja en las escuelas, en los organismos de derechos humanos, así como en las agencias del Ministerio Público. Destacan la...

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4 marzo,2020 4:43 am
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Las participantes narran lo tortuoso del proceso de queja en las escuelas, en los organismos de derechos humanos, así como en las agencias del Ministerio Público. Destacan la insensibilidad de funcionarios sobre la violencia de género.

Chilpancingo, Guerrero, 4 de marzo de 2020. En el segundo día de la Jornada de Visibilización del Acoso y Hostigamiento Sexual, en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), que organizó la Colectiva Yo te Creo Compañera, en la facultad de Filosofía y Letras, hubo testimonios del abuso a estudiantes por parte de profesores de la institución.

La alumna Aneliz Visca Faustino, una de las organizadoras de la actividad, relató lo tortuoso del proceso de queja que inició en la Defensoría de Derechos Humanos y luego en la Unidad de Género de la Universidad, contra el docente César Enrique Corrales, así como en la agencia del Ministerio Público (MP).

Además de la incomprensión que enfrentó, de sus compañeros de aula y en la escuela, cuando trascendió que tuvo una relación con este docente, no obstante la posición de poder del profesor ante la estudiante, el chantaje y la presión que él ejercía sobre ella.

Aclaró que al final, las instancias sólo hicieron un llamado al director y a la escuela, para que suspendiera la carga laboral del agresor, pero advirtió que nada impide que pueda volver a la institución o seguir acosando estudiantes. En la agencia del MP le dijeron que era muy difícil comprobar el delito de violencia de género.

Otra chica, desde Puebla, le reveló que en 2014 sostuvo una relación con César Corrales y le confirmó que tenía un hijo no reconocido. Con el tiempo, personas confiables le dijeron que éste tuvo seis hijos en las mismas circunstancias.

Entre las asistentes, la activista Gady Dircio compartió que fue integrante de la generación 2005-2009, de la facultad de Filosofía y Letras de la UAG, donde sufrió acoso de un compañero de aula y una amiga suya, en ese mismo periodo, fue hostigada también por César Corrales.

Confirmó que los acosadores generalmente tienen posiciones de poder sobre las mujeres. En este caso, el alumno que la acosó era ayudante de un maestro. Recordó que comenzó a perseguirla durante un viaje de estudios y de vuelta en la escuela, la llamó al cubículo del docente que ayudaba; cerró la puerta con llave y ahí trató de abusar de ella. “Lo paré en automático y me daban coraje sus comentarios, de lo que pasa en los viajes de estudios allí se queda”.

Otra joven en el público, quien se identificó como egresada de Filosofía y Letras, aseguró que una estudiante de bachillerato, allegada suya, fue acosada por un maestro de apellido Carreto, de la Preparatoria 9, con sede en Chilpancingo.

Detalló que el docente le enviaba a la adolescente mensajes de texto al celular, “que porqué era tan seria, si las niñas debían ser sonrientes”, “que la falda que llevaba era muy corta para que ella fuera tan seria”, “que era muy inteligente y podría tener las mejores calificaciones”. Aclaró que los mensajes se acabaron cuando la joven le dijo que iba a mostrarle a sus papás los mensajes.

Sin embargo, aseguró que otras dos alumnas, de la misma Preparatoria 9, tomaron materias optativas en Extensión Cultural, y sí fueron abusadas sexualmente por el profesor Carreto. Agregó que el director de la escuela tuvo conocimiento de ello, porque los padres fueron a reclamarle a la escuela.

Visca Faustino denunció que hay muchos “César Corrales” en la universidad, y que lamentablemente cuando buscan ayuda en la escuela se enfrentan a la pared. Ella recurrió primero al coordinador de la asignatura de Historia, y éste le respondió: “Sólo veo una tonta que se dejó engañar, porqué pides apoyo a tus compañeros si tú permitiste todo”.

En el MP le dijeron que no tenía afectaciones psicológicas, “me sentí muy vulnerable, sin apoyo de las instituciones, no hay de dónde sacar fuerzas para llevar la denuncia”.

Sobre todo, recriminó que aún no hay un protocolo de actuación en la UAG, para denunciar y sancionar el acoso y el hostigamiento en la institución.

La terapeuta del programa de atención y violencia familiar, en el hospital Raymundo Abarca Alarcón, Siomara Bravo Tapia, confirmó que efectivamente las pacientes que llegan a la Fiscalía General del Estado, no tienen alteración emocional, no tienen secuelas por la violencia género, porque falta sensibilización de los funcionarios públicos, desde la perspectiva de género, para reconocer los problemas.

Indicó que en las agentes esperan a una mujer maquillada para ocultar los golpes o desaliñada para que puedan creer que fue agredida, “si la veo así (mostró a Visca Faustino, una joven decidida) no me conmueve, no le veo el daño”.

Confirmó que en la Fiscalía no hay personal con capacidad para diferenciar una relación de abuso, con una conducta que va a causar daño, y las agentas tienen tan naturalizada la violencia, “que a lo mejor es porque viven en la misma situación”.

Subrayó que existe una cultura patriarcal y un orden político que no nos gusta, pero “tenemos que aprender a lidiar y enfrentarnos a esto”.

Por otro lado, señaló que también hay herramientas de ayuda en la Ley General de Víctimas, la ley estatal 553, del derecho a las mujeres a una vida libre de violencia, y el único protocolo hostigamiento y acoso sexual que tiene el Inmujeres.

Destacó que en la primera ola feminista hubo un reconocimiento de los derechos de las mujeres, sin embargo, falta el desaprendizaje de lo aprendido en la cultura patriarcal, para que los servidores públicos den acompañamiento con dignidad.

Aclaró que a lo mejor el funcionario piensa que hace el mejor acompañamiento desde sus ideales, y no es el trato digno que la otra persona espera.

Para ejemplificarlo, relató el caso de una chica que se reporta como desaparecida y llega al hospital por sí sola, donde dice que fue agredida sexualmente, pero el personal de salud le cuestiona sobre cómo tuvo capacidad de llegar a emergencias y porqué no estaba shock, así que le hacen observaciones con rudeza: “¿Por qué no te deprimiste? ¿Porqué saliste de noche?”, sin respeto a su forma de ser, ni a sus actividades.

“Todos pedimos respeto pero no sabemos cómo hacerlo. Porque los servidores suelen ser intolerantes a lo que no les gusta, “puedo no entender su postura y por eso hay cuestionario de protocolo”. Aseguró que en ninguno se incluye esa pregunta: “¿Qué estabas haciendo ahí?”.

Las ponencias continuaron por la tarde y Carolina Galvez Zeferino, ponente del tema Derechos sexuales y acoso sexual, denunció también que siendo estudiante un profesor la tocó de manera lasciva en un viaje de estudios, y temerosa, lo denunció al coordinador de asignatura, quien sólo le dio la instrucción al agresor de no hablarle a la estudiante en clase.

Después supo que hubo otra denuncia similar, contra el mismo maestro, y la institución tampoco hizo nada.

Aunque la jornada, que concluyó este martes, tuvo poca asistencia, las organizadoras confiaron en encontrar redes de apoyo en otras unidades académicas, para continuar con la campaña de denuncia.

Texto: Lourdes Chávez / Foto: Archivo

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