Primero los pobres

Florencio Salazar

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9 octubre,2018 7:13 am
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Florencio Salazar
La pobreza es la condición inhumana de millones de seres humanos. El ambiente de los pobres pobres es inhóspito, insalubre, de hambre y falta de servicios. Sus posibilidades son limitadas porque crecen desnutridos, por lo cual sus capacidades personales están disminuidas. El cerebro humano requiere proteínas en los primeros tres años de vida, especialmente leche y huevo, para poder desarrollarse.
Pobreza extrema significa haber sacado bola negra en el sorteo de la vida. La proliferación de libros de superación personal –basura, la mayoría de ellos– contribuyen a alejarnos de la responsabilidad social que tenemos con los desposeídos. Para que un pobre pueda superar su atraso, necesita un piso que lo coloque por encima del dólar diario, que Naciones Unidas considera como el mínimo para no clasificarse en situación de miseria.
Es una buena noticia lo anunciado en Acapulco por el presidente electo López Obrador. Su gobierno destinará a Guerrero 18 mil millones de pesos en becas a jóvenes sin empleo, para su capitación en oficios y a los que cursen diferentes grados de escolaridad; así mismo a  programas de proyectos productivos, incluido el fertilizante gratuito. Y todo sin intermediarios.
Nuestro estado es el tercero más rezagado de México, con el 64% de habitantes en pobreza. Tenemos cinco municipios en pobreza extrema: Cochoapa el Grande (87.7%); Metlatónoc (76.9%); Atlamajalcingo del Monte (71.5%); Alcozauca (69.6%), y Acatepec (68.9%), reporta en 2015 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Es decir, la población recibe menos de 18 pesos diarios para su sustento. Los apoyos comprometidos por AMLO podrán hacer el cambio en el paisaje de las carencias que, como algunas pinturas de Siqueiros, es de hombres y mujeres con pies de corteza,  cubiertos por el fino talco de esas tierras heridas, áridas, amarillentas.
Pero la aplicación de esos recursos tiene sus asegunes. El padrón, que será revisado casa por casa, significará evitar duplicidades y eliminar destinatarios fantasmas, que no existen pero cobran; también dará la vuelta a “líderes sociales” abusivos. Será un esfuerzo extraordinario de comprobación y medición, que debe incluir el cruce de padrones de las diferentes dependencias federales y estatales, a fin de consolidar un solo listado de beneficiarios.
Otro asunto es dispersar los recursos a través del sistema bancarizado. En Guerrero hay 19 sucursales bancarias por cada 100 mil habitantes, y ocupa el 8º lugar en el país (CNBV). Pero este servicio es insuficiente o inexistente en las comunidades indígenas y ahí hacen su agosto los comerciantes que cambian cheques por la módica “comisión” de hasta el 20%. O de plano se los quedan por deudas de alcohol.
Recibir apoyo económico gubernamental será la mitad de la política social que se propone. La otra mitad exige el empoderamiento de la gente a través de la capacitación productiva o la contraprestación de servicios a la comunidad, barrio o colonia. Como bien se dice: “lo que no cuesta no se valora”. A los jóvenes se les debe exigir un promedio para sostener las becas; a los beneficiarios de proyectos productivos, resultados; a los del fertilizante, el rendimiento de sus cosechas.
Se puede crear un sistema de engranajes entre los beneficiarios, de modo que los becarios, por ejemplo, puedan supervisar proyectos productivos o dedicar algunas horas a la reforestación, limpieza de espacios públicos o atender a ancianos. Se debe propiciar que los recursos generen solidaridad, cuyo efecto será rearticular y fortalecer  el tejido social. Esa masa de jóvenes, hoy desocupados y con pérdida acelerada de los valores morales, puede ser la avanzada de un país más justo.
Apartemos la idea de políticas clientelares, tendentes  a colocar a los necesitados en el saco del autoritarismo. Sí, con la dignidad que merecen, primero los pobres para que vean llegar su día.
 

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