Primero Mbappé, luego Cavani… falta Neymar 

El partido de mañana contra México será, para el brasileño, la oportunidad de reivindicar una indudable categoría que todavía no muestra en el Mundial.

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1 julio,2018 4:30 am
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Texto: DPA / Foto: EFE
Sochi, Rusia, 1 de julio de 2018. Sea cual sea el resultado final, el Mundial ya tiene un primer ganador y se llama Nasser Al-Khelaifi. El multimillonario propietario del Paris Saint-Germain pudo ver en cuestión de seis horas los resultados de su fastuosa obra con las exhibiciones de Kylian Mbappé y Edinson Cavani. Ahora sólo le falta que Neymar convierta la pirotecnia en oro.
No pudo haber una persona más feliz el sábado que el jeque del PSG, quien desde su televisor asistió a la consagración de una gran estrella, de nombre Mbappé, en el mismo día en el que el Mundial 2018 mandaba a casa a las dos mayores estrellas de la última década, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.
Más allá de si esto tuvo un valor simbólico o no, lo cierto es que el magnate del club francés encontró motivos para el regocijo, para convencer a los escépticos de que sus actos en el PSG no son despilfarro, sino inversión.
Mbappé llegó a París la pasada temporada en mitad de toda una ingeniería contable. Tras pagar 222 millones de euros (260 millones de dólares) al Barcelona por Neymar, las reglas del “fair play” financiero le impedían comprar a otro jugador. Lo que se “inventó”  Al-Khelaifi fue una cesión con opción obligatoria a compra. Y así, con el compromiso de pagar al Monaco 180 millones de euros la siguiente temporada, que será la venidera, se llevó a la gran joya francesa.
Sus 21 goles y 16 asistencias en 44 partidos con el PSG fueron excelentes números, pero la ola de la Liga de Campeones aguó cualquier consideración mayor. Su eliminación ante el Real Madrid en octavos de final dejó en menor cualquier análisis sobre el rendimiento del equipo y los jugadores del club francés. En este Mundial, y particularmente ante la Argentina de Messi, Mbappé sí demostró que está hecho del material con el que se forjan las megaestrellas.
“Tiene muchísimo talento, velocidad y gol. Pero todavía es muy joven. Tiene cualidades parecidas a Ronaldo el brasileño”, constató su compañero Raphael Varane.
Dos horas después de su exhibición, entró en escena en Sochi la Uruguay de Cavani, quien realizó otro encuentro de leyenda. Dos soberbios goles que no sólo dieron el pase a su selección ante la Portugal de Cristiano Ronaldo, sino que sirvieron para reivindicar su estatus de estrella no del todo reconocido a veces.
Cuestionados sus galones por el propio Neymar, Cavani pasó una temporada difícil en el PSG, al que llegó en agosto de 2013. Con 64 millones de euros pagados al Napoli, fue una de las primeras grandes inversiones de Al-Khelaifi y durante este tiempo fue una contratación fuera de toda duda. Cerró la última temporada con 40 goles en 49 partidos.
La incertidumbre es comprobar si la obra de arte que esculpió ante Portugal será su última del Mundial, pues se retiró con un pinchazo muscular que quizá le aparte como poco del próximo partido ante Francia.
“Esto es muy emocionante, no tengo palabras para describirlo”, declaró al final del partido entre una nube de periodistas mientras inclinaba su cuerpo para no dañar más su dañado gemelo derecho.
Mientras, el Mundial sigue esperando a Neymar, el tercer vértice del triángulo dorado del PSG. Hasta el momento, en las actuaciones del brasileño -un gol irrelevante en tres partidos- fueron más fuegos artificiales que muestras tangibles de talento. Más bisutería que diamantes.
Muy por encima de sus habilidades futbolísticas, se habló de sus peinados, de sus simulaciones teatrales, de sus insultos al contrario, de sus arrebatos de histeria, de sus provocaciones… De la otra parte de Neymar, que también le pertenece por derecho propio.
Su partido de mañana ante México será la oportunidad de reivindicar una indudable categoría que todavía no mostró en el Mundial. El guante ya lo lanzaron Mbappé y Cavani, quienes confirmaron que son estrellas de clase mundial. He ahí el desafío: estar a la altura de dos de las grandes sensaciones del torneo. Y dos compañeros de equipo, por añadidura. Al-Khelaifi se frota las manos mientras se le derrama el oro.

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