¿Quién protege a los que asesinan?: Judith Butler

La filósofa estadunidense pone la pregunta sobre la mesa, a propósito de un mundo donde todavía muchos aceptan los asesinatos violentos de mujeres y personas trans como algo...

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6 julio,2019 4:29 am
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Ciudad de México, 6 de julio de 2019.  Alrededor del mundo, incluido México, mucha más atención ha comenzado a prestarse a los feminicidios, desde lo general hasta su penetración en diferentes ámbitos. Pero aún queda mucho por hacer y por cuestionar, como quién protege a los que asesinan.
La filósofa estadunidense Judith Butler (Cleveland, 1956) pone la pregunta sobre la mesa, a propósito de un mundo donde todavía muchos aceptan los asesinatos violentos de mujeres y personas trans como algo natural y no como un crimen contra la humanidad.
“¿Qué clase de pactos permiten que esta violencia se reproduzca a un ritmo tan alarmante? Estas son preguntas para académicos, activistas y políticos”, sostiene la pensadora en entrevista con el periódico Reforma.
Considerada una de las intelectuales más importantes de los últimos años, Butler visitó recientemente el país para participar en el 11 Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política, de la Universidad de Nueva York (NYU), donde una abarrotada Sala Nezahualcóyotl atendió su conferencia magistral Sin aliento: riendo, llorando, al límite del cuerpo.
Hacia el final, del público surgió un tema que es imposible no poner frente a una de las referentes mundiales en debate sobre feminismo y teoría queer: el #MeToo.
“Es un movimiento enormemente importante porque ha expuesto cómo el hostigamiento y la violencia sexual han penetrado todos los lugares de trabajo e instituciones. La serie de historias, tomadas en conjunto, producen una imagen de violencia estructural que no podemos ignorar y debemos desmantelar”, dice la profesora del Departamento de Literatura Comparada y el Programa de Teoría Crítica de la Universidad de California en Berkeley.
¿Cómo hacer para que más hombres se involucren en este desmantelamiento?
Ésta es una pregunta clave, ya que la violencia contra las mujeres está tácitamente permitida y, sin embargo, ¿quién da ese permiso y cómo lo hacen?, ¿hay un pacto silente de hermandad por el cual un hombre exonera a otro por golpear o matar a su esposa o novia? Todo esto debe ser llevado a lo público para que se pueda alentar a los hombres a romper ese pacto en caso de complicidad.
#MeToo ha apuntado a figuras públicas y de renombre. ¿Cómo llevar la denuncia al ámbito privado y el núcleo familiar?
El #MeToo ha confiado en los medios de comunicación como un tribunal, pero también en abusadores de alto perfil para hacer su punto; sin embargo, pensando en la estructura patriarcal de la familia, es más difícil actuar y quizás no tan sensacional. Los hechos del feminicidio, y aquí incluyo el asesinato y la desaparición de mujeres indígenas en los Estados Unidos, exigen que pensemos en la violencia sexual como una intensificación de la desigualdad de género. El ataque cristiano conservador al “género” es un esfuerzo activo para defender a la familia heteronormativa como el sitio para reproducir la desigualdad de género y la impunidad de la violencia contra las mujeres dentro de la familia.
La autora de El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad considera que se debe mantener un espacio para el debido proceso en tanto no todas las acusaciones son reales, y convencida de que los medios digitales no siempre son un tribunal más justo que el sistema legal, pese a la desconfianza que éste ha propiciado.
En agosto de 2018, la ola de acusaciones impactó fuerte en la NYU, donde la reconocida crítica y filósofa Avital Ronell fue suspendida por un año de su cargo luego de que un alumno la señalara por acoso sexual. Tras esto, un grupo de académicas, incluida la propia Butler, enviaron una carta en defensa de Ronell, lo cual fue ampliamente criticado.
“Atestiguamos la gracia, el agudo ingenio y el compromiso intelectual de la profesora Ronell y solicitamos que se le conceda la dignidad que merece alguien de su prestigio internacional y reputación”, escribieron las académicas.
“Algunas de las que la defendimos no conocíamos los hechos en ese momento. Me equivoqué al defenderla”, admite Butler.
“Aún así, una cosa es responsabilizar a una persona por un daño grave y otra nulificarla. La transición en el feminismo de la justicia restaurativa o reparadora es algo importante a tener en cuenta durante estos tiempos en que muchos se involucran en denuncias a través de los medios con gran fuerza y consecuencia”.
La pensadora no pierde la oportunidad de expresar su admiración por el esfuerzo local a través del movimiento Ni una menos, que considera una aproximación más colectiva a la política feminista, basado no tanto en casos individuales, sino en una comprensión crítica de una condición compartida de desigualdad, libertad y movilidad restringidas, y el sometimiento a la violencia.
“Como movimiento, es menos punitivo que emancipador, y la esperanza de la emancipación es lo que ha llevado a millones de mujeres a las calles”, subraya.
‘Y, sin embargo, seguimos luchando’
Al grito de “quemen a la bruja”, la filósofa estadounidense Judith Butler padeció un lamentable episodio de intento de censura y agresión hace dos años en Sao Paulo, Brasil, por parte de un movimiento de extrema derecha.
Esta derecha radical brasileña, que allanó el camino para el triunfo del ahora Presidente Jair Bolsonaro, es tomada por la pensadora como parte de una época de reacción más que de regresión, por lo que no cree que ponga en riesgo lo logrado en materia de derechos humanos.
“Los regímenes neofascistas y los nuevos autoritarios apuntan al trabajo de derechos humanos como si fuera criminal, y también intentan revertir el progreso hecho por los movimientos sociales y políticos de corte feminista y LGBTQ.
“Estamos en medio de revisar nuestra estrategia y reorientarnos al clima político actual, pero estamos muy lejos de ser derrotados”, asegura.
Sobre el actual Gobierno de Estados Unidos, a Butler no le queda duda alguna del aire autoritario que se respira, pero se reserva sus comentarios respecto al Mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
En cuanto al pacto migratorio acordado hace un par de semanas entre las naciones vecinas -al calor de una amenaza de aumento de 5 por ciento a los aranceles, como afilada guillotina a punto de caer-, la filósofa dice tener esperanza en que las “fuerzas democráticas radicales” de ambos lados mejoren las condiciones para quienes dejan todo atrás y arriesgan sus vidas con tal de llegar a EU.
“Un movimiento transregional tendrá que vigilar la detención en la frontera, la falta de atención a la salud básica de los migrantes y las condiciones repugnantes de la detención indefinida. Siempre ha sido una pregunta: ¿quién controlará los abusos de los derechos humanos en los Estados Unidos?
“Necesitamos un ejército de activistas de derechos no violentos para asegurarnos de que se garantice el paso seguro para los migrantes que se mudan al norte. Idealmente, los migrantes deberían ser bienvenidos con refugio, clases de idioma, documentos de trabajo, cobertura de salud. Pero la brutalidad de mi propio gobierno es exactamente lo opuesto a este ideal. Y, sin embargo, seguimos luchando”, sentencia.
Texto: Israel Sánchez / Agencia Reforma / Foto: Héctor García
 

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