Ramaphosa, el multimillonario discreto que presidirá Sudáfrica 

En la votación para suceder a Zuma en la presidencia del CNA, Ramaphosa se impuso sólo por la mínima a la favorita del presidente, su ex mujer y...

203 0
15 febrero,2018 6:43 am
203 0

Johannesburgo, Sudáfrica, 15 de febrero de 2018. El sobrio multimillonario Cyril Ramaphosa, de 65 años de edad, no es el presidente que muchos desearían, pero es considerado un buen gestor y un hombre capaz. Además, el hasta ahora vicepresidente de Sudáfrica no se ha visto salpicado por los escándalos de corrupción que han afectado al jefe de Estado saliente, Jacob Zuma.

Ramaphosa asume hoy como presidente después de que Zuma renunciase a última hora del miércoles tras días de presiones por parte del partido de ambos, el gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA).

El presidente del CNA pasa a dirigir ahora el Gobierno hasta las elecciones presidenciales de 2019, en las que todo parece indicar que tiene asegurada la victoria pese a los recientes triunfos de la oposición en los comicios municipales.

Ramaphosa procede de Soweto, el mayor “township” de Sudáfrica ubicado al suroeste de Johannesburgo. En ese enorme barrio de infraviviendas reservado sólo para negros y ahora ya convertido en municipio también vivieron líderes de la lucha contra el Apartheid como Nelson Mandela y Desmond Tutu.

Cuando era estudiante, Ramaphosa fue encarcelado durante varios meses en dos ocasiones por el régimen del Apartheid, pero no se fue al exilio como Zuma. En los años 80, el jurista abogó por reforzar los sindicatos, una de las pocas estructuras legales en la que se podían organizar los negros en el régimen racista. Ramaphosa hizo que la asociación de trabajadores de la mina se convirtiese rápidamente en uno de los mayores sindicatos.

Después de que el Gobierno en minoría blanco permitiese el CNA, pasó a ser el secretario general de la formación en 1991, convirtiéndose en el “número dos” después de que el presidente del partido, Mandela, fuese puesto en libertad.

Durante los siguientes años fue una de las principales voces en las negociaciones con el régimen blanco sobre el cambio de poder, así como en la confección de la nueva Constitución. Muchos vieron al joven y pragmático Ramaphosa como el heredero de Mandela. Pero en 1997 se retiró de la política y Mandela nombró a Thabo Mbeki su sucesor.

Ramaphosa se fue al mundo de la economía y se convirtió en un empresario multimillonario con sus actividades en el sector de la inversión y la minería. La revista “Forbes” estima su fortuna en unos 450 millones de dólares (417 millones de euros).

En 2012, su reputación se vio manchada después de que el consejo de vigilancia de la empresa minera Lonmin le corresponsabilizara de los disparos contra 30 trabajadores que protagonizaban una huelga en la mina de Marikana. Pero en 2014 regresó a la política como vicepresidente de Zuma.

Ahora tiene grandes desafíos por delante: como presidente, Ramaphosa tiene que volver a fijar un rumbo para el país, que cuenta con 55 millones de habitantes.

Sudáfrica es uno de los países más desarrollados del continente, pero convive con una gran brecha entre ricos y pobres. Además, la tasa de desempleo es de casi el 28 por ciento y los casos de corrupción que han ido saliendo a la luz están causando un gran descontento.

Algunos analistas dicen, medio en broma, que será bueno tener un presidente rico, pues así no se dejará corromper tan fácilmente. Pero a Ramaphosa le costó llegar a este momento, pues durante mucho tiempo le faltó el apoyo del ANC. Pertenece a la pequeña tribu venda, mientras que Zuma es zulú, uno de los mayores grupos del país.

En la votación para suceder a Zuma en la presidencia del CNA, Ramaphosa se impuso sólo por la mínima a la favorita del presidente, su ex mujer y ex pesidenta de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma.

El viernes, Ramaphosa presentará sus planes para el país en el discurso sobre el estado de la Nación. Los expertos advierten de que no se pueden achacar a Zuma todos los males de Sudáfrica, sino que hay que reformar todo el sistema autocrático del CNA.

“Los mercados financieros, inversores y empresas no se distraerán con la dimisión… la atención se dirigirá a los planes de los nuevos responsables”, señaló Gary van Staden, analista de NKC African Economics. Más que un punto final, la dimisión de Zuma será el comienzo de una nueva fase. “A Sudáfrica le queda un difícil camino hacia la mejora”, advirtió.

Texto: DPA / Foto: Wikipedia

In this article

Join the Conversation