Recibe el panteón El Palmar entre tres y cinco muertos por Covid-19 al día

Los sepultureros de base del ayuntamiento y auxiliares arriesgan su salud para ganarse la vida Acapulco, Guerrero, 13 de agosto de 2021. El panteón de El Palmar en...

3681 0
13 agosto,2021 5:02 am
3681 0

Los sepultureros de base del ayuntamiento y auxiliares arriesgan su salud para ganarse la vida

Acapulco, Guerrero, 13 de agosto de 2021. El panteón de El Palmar en Acapulco recibe diariamente entre tres y cinco muertos por Covid-19 en la nueva ola de la pandemia, lo que le genera temor “pues somos humanos, que de repente podamos estar en el lugar de esas personas”, confiesa el sepulturero Marcos Rodríguez Gallardo.

Una familia de unos 10 integrantes asiste al novenario de su pariente fallecido, excava y remueve tierra para dejar la cruz. Un señor le agradece a Marcos que le haya prestado el pico y la pala. Él es trabajador de base de Ayuntamiento junto con otro compañero, un tercero viene tres veces por semana. Los demás sepultureros “seccioneros, son apoyo” que completan la cifra de alrededor de 20 trabajadores de campo en El Palmar y que fueron contratados por la pandemia y no reciben un sueldo fijo y viven de lo que les dan los familiares que les piden alguna lápida sobre la tumba.

Marco Rodríguez, de 45 años, desconoce si alguno de sus otros compañeros se ha contagiado de Covid-19 porque “no sabemos si verdaderamente si son los síntomas porque no se han hecho la prueba. Porque se sienten mal y lo primero se van a reposar a su casa por el temor”.

Casi la mayoría de los trabajadores se ha enfermado, “pero no nos ha dado algún síntoma que diga, que nos tira, no”. Murió un trabajador el año pasado de paro respiratorio, “pero todavía no se venía esto, fue en abril”.

–¿Y usted cómo se ha sentido con la pandemia, trabajando aquí, viendo a tantos familiares?

–La verdad es que sí se siente un poquito de temor y de que pues somos humanos, que de repente podamos estar en el lugar de esas personas, que sí es algo que da miedo porque van llegando carroza tras carroza y pues son seres humanos como nosotros y pues es temor, como seres humanos, lo tenemos.

Es “temor porque nos puede pasar eso, estamos expuestos a eso, no somos de otro tipo de material, somos humanos, declara el sepulturero.

Entre los trabajadores del panteón platican su experiencia en el trabajo “y luego dicen, fíjate, ya quería llorar, y más se siente feo cuando sepultan a una creatura de 5 años, 8, te da mucho eso”, dice Marcos, quien percibe una mayor mortalidad entre los jóvenes por Covid-19 en esta tercera ola de la pandemia. Dice que en promedio se entierran entre tres y cinco personas, pero han llegado a ser ocho.

Marco Rodríguez inauguró el panteón de El Palmar, ubicado en la zona rural de Acapulco, con la sepultura de una persona el 31 de diciembre de 2003, pero ya llevaba 10 u 11 años, no precisa, trabajando en el cementerio de Las Cruces, “antes trabajaba de construcción de obras, pero pues de alguna u otra manera llegué a trabajar ahí al panteón de Las Cruces. Ya voy para los 29 años trabajando en los panteones”.

Marco vive en el panteón desde el inicio de la tercera ola, “tengo familia, pero lejos, vivo solo. Yo aquí me quedo en el mismo panteón, no salgo”, declara sin reclamar, “ya le agarré, como dicen, amor o confianza al trabajo y mientras que tenga que colaborar, aquí estaré”, sin miedo, dice.

Se queda día y noche, “ahorita todo el tiempo, más por esta situación que no salgo porque como dicen que sepultamos de Covid, pues casi a veces nos sentimos como que nos discriminan. Pero no es tanto eso porque a veces la gente tiene razón, piensa que se va a contagiar porque nosotros estamos directamente sepultando pues”.

Fue acondicionado un espacio en el panteón donde vive Marco, solo, acostumbrado a estar solo “porque ya los años que tenemos y ahora sí, le digo, de un inicio yo sepulté aquí, pues ya agarra uno se acostumbra”.

En el nuevo punto donde se están excavando las fosas está una máquina retroexcavadora parada. La imagen es de mucha tierra, piedras y polvo. Todo parece en proceso de construcción y lo está. El Sur informó apenas el 4 de agosto que 200 tumbas serían habilitadas en el panteón de El Palmar por el aumento de decesos por Covid-19. En una primera etapa de la pandemia se crearon 350 tumbas y después otras 250.

La máquina retroexcavadora se descompuso por lo que actualmente los sepulteros cavan a pico y pala entre una y dos horas, “dependiendo de cómo esté, son lugares vírgenes, pues son muy duros”.

La medida estándar es de 80 centímetros de ancho por 2.20 metros de largo, y de profundidad varía por el número de cuerpos, puede ser hasta 2.80 metros. Trabajan en grupos de cuatro sepulteros “cuando hay necesidad, pero en su mayoría siempre con la máquina. Cuando ve que ya se está acabando, la maquinaria pesada manda y abre la fosa”, acota.

En otra parte del panteón, un grupo de mariachis canta Amor eterno de Juan Gabriel a lado de unos familiares, no se sabe si es por Covid. Al fondo, otro grupo, más numeroso, canta letras religiosas.

El entierro de una persona que falleció por Covid-19 se distingue por las pocas personas que asisten, la familia más cercana, “pero ha tocado que toda la familia esté enferma y viene la pura carroza, nada más a dejar el cuerpo. Y ya después cuando vienen al año o meses, ya cuando el familiar más o menos se compuso, viene a ver dónde está la tumba”.

“Antes de que no hubiera la pandemia, pues toda la gente venía y lloraba y era algo diferente”, explica.

–¿Y usted también ha llorado?

–Pues de repente se nos llega la ocasión de que pues a veces estás viviendo algo similar y empiezan a hablar. Y de repente dicen el nombre de la persona que conociste, o tu mamá, o cómo fue, y a veces te trae recuerdos eso, lo que has vivido, pues como le digo, somos humanos, y a todos nos pasa.

“Estamos en un mundo donde cada persona tiene sus pensamientos, hay personas que en verdad vienen desechas por el dolor, otras vienen conscientes de que estamos en esta vida y unos nos adelantamos y así es la vida. Y hay otros que no lo alcanzan a…más cuando son jóvenes. Cuando traen una persona joven, es cuando más la gente, hay más dolor”, dice Marco bajo un toldo que le sirve de sombra a la 1 de la tarde de este jueves.

“A veces llegan carroza tras carroza y a veces el personal que está no es el suficiente como para atender en el momento a todos. Que traten de entender, que tengan un poco de paciencia porque igual nosotros queremos solventar el problema, pero a veces. Con el apoyo de la familia, aunque ellos traen su dolor, ¿verdad? Y nosotros aquí con el trabajo, pero igual que nos tengan un poco de paciencia”, comparte el sepulturero.

Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Carlos Alberto Carbajal

In this article