Recibe Roberto Meli Piralla la Medalla Bellas Artes por su labor en la conservación del patrimonio

Su trabajo fue fundamental para corregir el hundimiento de la Catedral que causó alarma por la aparición de un grieta.

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5 septiembre,2018 6:48 am
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Texto: Francisco Morales V. / Agencia Reforma/ Foto: Agencia Reforma
Ciudad de México, 5 de septiembre de 2018. Roberto Meli Piralla ha trabajado como ingeniero estructural en varias decenas de monumentos históricos y artísticos de todo el país, desde el Ángel de la Independencia hasta El Caballito de Tolsá. Son tantos que la cifra exacta no le viene a la mente.
Al decidir su carrera, no obstante, recién llegado de Italia con la preparatoria terminada, en 1957, su plan nunca fue especializarse en ello. La oportunidad definitoria le llegaría muchos años después, en 1991, ya como académico del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
“Lo que de plano me embarcó, como dicen aquí, fue lo de la Catedral (Metropolitana)”, sonríe el ingeniero de 80 años, quien esta noche recibirá la Medalla Bellas Artes por su labor en la conservación del patrimonio.
Meli y un grupo de expertos fueron convocados entonces para atender la aparición de un grieta preocupante en la Catedral. Tras una revisión exhaustiva, los geotécnicos Enrique Santoyo y Enrique Tamez, quienes lideraron el proyecto, encontraron que entre el altar mayor y la torre sudoeste habían 2.40 metros de hundimientos diferenciados, y debía corregirse.
“Necesitaban a alguien de estructuras para saber que todo eso se podía hacer, que se podía enderezar, sin que todo se rompiese o hubiese colapsos”, explica sobre su labor.
Con su ayuda, la intervención fue altamente exitosa, pero él, modesto y de maneras amables, no presume que el trabajo técnico recabado de ese proyecto, de interés internacional, incluso ayudó a salvar a la Torre de Pisa.
“Lo mejor de ese proyecto de la Catedral fue que se estableció un forma racional de hacer las cosas, no en cuestión de experiencia, sino viendo cuáles son los problemas de estabilidad, físicos, que se tienen que estar midiendo”, detalla.
Nacido en Roma en 1938, llegó a México cuando a su padre, un renombrado chef de hoteles de lujo, como el mítico Excelsior, aceptó un trabajo para dirigir la oferta culinaria del Hotel del Prado.
Con apenas un puñado de meses en el país, Meli se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM, convencido de que el México de mitades de los 50 ofrecía mejores condiciones que la Italia de la posguerra.
“En aquel entonces se veía en México mucho despertar en el sentido de mucha obra, nuevos servicios, nuevas carreteras, y me pareció algo que me podía gustar”, relata. “Y la ingeniería estructural, dentro de la carrera de Ingeniero Civil, es la que tenía un planteamiento más lógico, formal, más de cálculo, de hacer proyectos ambiciosos”.
Por influencia de maestros, como Luis Esteva Maraboto, o de colegas ilustres, como Emilio Rosenblueth, decidió emprender una carrera académica especializándose en ingeniería sísmica.
Como a gran parte de los colegas de su generación, el sismo de 1985 lo marcó.
“Me dediqué mucho a entender por qué habían caído los edificios”, explica. “Participé mucho en los reglamentos de normas de cálculo y para mí sí fue muy importante para cambiar mi manera de ver el trabajo y de verme a mí mismo”.
Las normas impuestas por los grupos en los que trabajó han salvado muchas vidas y ayudado a prevenir que otras tragedias, como la del 19 de septiembre del 2017, tuvieran aún más víctimas.
“No podemos decir que todo está bien, y la razón principal es que hay muchos edificios que no cumplen totalmente con los reglamentos. Entonces esos son los más vulnerables”, lamenta.
Para Meli, quien ha puesto especial atención al cuidado de los edificios del patrimonio universitario en el Centro Histórico, como el Antiguo Palacio de Medicina y el Templo de San Agustín, la restauración del patrimonio cultural dañado en los sismos de hace un año avanza despacio.
“Veo que la cosa va muy lenta. Ha sido bastante difícil ejecutar las acciones de restauración que se necesitan por falta del dinero en términos generales y la falta del número suficiente de especialistas”, juzga.
Reconoce que el esfuerzo ha sido grande, pero, como integrante de los comités a los que se someten los proyectos de restauración, querría ver más iniciativa.
“Se han dado buenas ideas, pero vemos que no nos consultan lo suficiente porque no avanzan, no tienen los medios para llevar a cabo los proyectos a una ejecución”, reprueba.
Por lo pronto, la semana anterior a la entrega de su Medalla Bellas Artes, ya estaba en reuniones para saber si regresará a trabajar de nuevo en la Catedral.
“Desde 2010 no se ha hecho una revisión a fondo de la Catedral. Estamos listo para volver a entrar”, dice sonriente y dispuesto, sobre uno de los proyectos continuos que han marcado su vida.
 
 

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