Récords y “Black Power”: 50 años de los Juegos Olímpicos de México 68 

Hace medio siglo, en la capital mexicana se rompieron 23 récords olímpicos. 

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12 octubre,2018 2:56 pm
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Hace medio siglo, en la capital mexicana se rompieron 23 récords olímpicos. 

Los puños en alto como símbolo del “poder negro”, los récords en el atletismo, el inédito encendido del pebetero, la llegada de la tecnología: mañana se cumplen 50 años del inicio de los Juegos Olímpicos de México 1968, una cita que marcaría un antes y un después en la historia olímpica.

El evento, realizado entre el 12 y el 27 de octubre de 1968 en la Ciudad de México, tuvo ya un inicio particular: la corredora mexicana Enriqueta Basilio entró al Estadio Olímpico Universitario, recorrió la pista con la antorcha y subió las escaleras para convertirse en la primera mujer de la historia en encender el pebetero que marcó el inicio de la competición.
“El presidente del COI en ese entonces (el estadounidense Avery Brundage) preguntó quién encendería la llama y le dijeron que un hombre, pero dijo que, como México estaba visto como un país de ‘machos’, quería demostrar que había otra imagen de modernidad y cambio social”, señaló Basilio en agosto pasado.
Los Olímpicos llegaron por primera vez en la historia a América Latina, a donde no volverían hasta casi medio siglo después, hasta los Juegos de Río 2016. En la capital mexicana, unos 2 mil 250 metros sobre el nivel del mar, se rompieron 23 récords olímpicos.
Pero los hitos deportivos, a los que se quiso hacer de menos por el tema de la altura, no fueron los únicos presentes en México. En 1968, el Comité Olímpico Internacional (COI) instauró por primera vez en unos Juegos el sistema de pruebas antidoping.
Además, el COI utilizó por primera vez en el atletismo, ciclismo, remo, canotaje y natación los relojes electrónicos en lugar del hasta entonces usado cronómetro manual manejado directamente, por lo que México 1968 significó un paso adelante en materia tecnológica.
Uno de los hitos del deporte nació en el Estadio Olímpico mexicano de la mano del estadoundiense Bob Beamon, que en el salto de longitud consiguió la asombrosa marca de 8.9 metros, algo que nunca se volvió a ver en unos Juegos Olímpicos.
“No creí que hubiera logrado un récord, quizá por una o dos pulgadas. Además, pasaron 30, 40 minutos entre mi salto y el anuncio de los jueces, fue mucho tiempo”, señaló Beamon años después a la prensa de su país.
La capital mexicana también vio nacer un récord en la prueba reina del atletismo: los 100 metros planos. El estadounidense Jim Hines fue el primer humano en romper la barrera de los diez segundos: el reloj marcó 9.95 segundos. El norteamericano mantendría aquella marca 15 años.
Pero el momento más icónico del atletismo y de todo el torneo llegó de la mano de los corredores afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce respectivamente en los 200 metros, que protestaron a la hora de los himnos, ya con las medallas puestas, con un puño alzado, cubierto por un guante negro, contra la situación racial en Estados Unidos.
Smith y Carlos habían decidido utilizar el gesto del “Black Power” (Poder Negro) ante la situación en su país, donde la tensión racial entre blancos y negros llegó a su peor momento en aquel año, con el asesinato de Martin Luther King y Malcolm X, dos de las figuras más importantes del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos.
La protesta estaba decidida de antemano, pero el olvido de los guantes de uno de los atletas obligó a que cada uno usara uno: Smith levantó el puño derecho y Carlos el izquierdo ante un estadio atónito.
“La gente nos aplaudió, pero los aficionados estadounidenses nos mostraron su odio”, manifestó Carlos en una reciente visita a la Ciudad de México. “Sigo pensando que hicimos una mejor sociedad, hacer lo correcto no es fácil”, añadió.
Otra de las historias más recordadas fue la de la gimnasta checa Vera Caslavska, conocida como “la novia de México” en aquel entonces debido a que se casó con su compatriota Josef Odlozil en una ceremonia multitudinaria en el centro de la capital.
Caslavska sumó en México cuatro oros y dos platas a su cosecha de Tokio 1964, donde había ganado tres oros y una plata, triunfos simbólicos ante sus rivales soviéticas, cuyo país había invadido Checoslovaquia en agosto de 1968.
Los Juegos en la capital mexicana no se vieron afectados a pesar de que diez días antes de la inauguración, una manifestación pacífica de estudiantes que reclamaba más libertades al régimen de partido único gobernante fue aplastada por fuerzas estatales. Nunca se supo el número exacto de muertos, aunque se calculan entre 37 y 325 muertos.
México organizaría dos años después el Mundial de fútbol de 1970. El país volvería a ser anfitrión de dicho torneo en 1986 y repetirá por tercera vez en 2026, pero nunca más volvió a albergar unos Juegos Olímpicos.

¿Juegos Olímpicos otra vez en México? Entre la ilusión y el realismo 

Por Manuel González Vargas / DPA 
Entre la ilusión y la realidad: la posibilidad de que México pueda ser en el futuro una vez más anfitrión de unos Juegos Olímpicos se balancea entre una y otra a falta de una propuesta oficial en el corto plazo.

México es uno de los pocos países latinoamericanos por donde todos los grandes eventos han pasado: albergó dos veces el Mundial de fútbol –en 1970 y 1986– y una vez los Olímpicos –en 1968–, el único latinoamericano junto a Brasil con tal honor.
El país norteamericano organizó también en cuatro ocasiones –1926, 1954, 1990 y 2014– los Juegos Centroamericanos y del Caribe, el máximo anfitrión junto a Colombia. Además, recibió los Juegos Panamericanos –1955, 1975 y 2011– en tres oportunidades, también el principal organizador histórico junto a Canadá.
Pero es sobre todo la noticia de que México será el primer país en recibir el Mundial de fútbol por tercera vez, lo cual hará en 2026 en un evento realizado junto a Estados Unidos y Canadá, lo que despertó la ilusión de que también pueda volver el fuego olímpico.
“México tiene un gran legado que dejó desde los Olímpicos de 1968, es un país lleno de pasión por el deporte, con un Comité Olímpico muy fuerte y bien conducido, con un gobierno que apoya al deporte de forma importante”, señaló el presidente del Comité Olímpico Internacional COI), el alemán Thomas Bach, hace unas semanas.
“Los mexicanos tienen muchos argumentos para estudiar la posibilidad de otra candidatura olímpica. No sé si vaya a ser exitosa o no, pero hay argumentos para un plan. Lo más pronto sería en 2032”, añadió Bach.
Sin embargo, uno de los primeros problemas para México se inicia con las fechas: como Estados Unidos será anfitrión en 2028 –los Juegos volverán a Los Ángeles–, que el COI repita en un país de la zona sería muy difícil, según los expertos.
En México, la posibilidad de ser anfitriones una vez más de los Juegos Olímpicos es una idea que nadie se anima a descartar, pero ante el menor intento por pasar de las pláticas informales a los planes todo se detiene.
“Hace tres o cuatro años, Monterrey habló de la posibilidad de buscar la candidatura, pero por distintas circunstancias no se logró un acuerdo”, explica a dpa un portavoz del Comité Olímpico Mexicano (COM).
“La opinión del COM sobre una candidatura deberá expresarla el licenciado Carlos Padilla”, añadió. Pero Padilla no se ha expresado sobre el tema por iniciativa propia y prefiere centrarse “en el ciclo olímpico actual” y en su segundo mandato como presidente del COM (2016-2020).
El problema para México no pasa por su capacidad para organizar un evento. Ejemplos sobran: La Fórmula 1, que volvió a la Ciudad de México en 2015 y cuyo Gran Premio ha recibido el trofeo a mejor evento del máximo circuito automovilístico en tres ocasiones. O el Abierto de Tenis en Acapulco, nombrado por los propios tenistas como el mejor torneo de ATP 500 del año 2017.
“En un primer vistazo general, yo no recomendaría proponer la candidatura”, expresa a dpa Uriel Sánchez, un economista del ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México). “En Río de Janeiro hubo desvíos, presupuestos mal hechos y ‘elefantes blancos’ y van a tardar en recuperarse”, argumenta.
“Es muy difícil para los países emergentes intentar ser anfitriones y no pensar en los factores externos: cómo se encuentra económica y socialmente la ciudad que buscará ser sede, en este caso la capital mexicana, qué tipo de infraestructura tiene, son muchos más problemas que oportunidades”, manifiesta Sánchez.
A pesar de que una eventual candidatura hiciera caso a Bach y retomara el legado de México 1968, los 50 años que han pasado desde entonces obligarían a una remodelación importante incluso de los recintos que ya existen.
Sin embargo, y a pesar del panorama, el chileno Neven Ilic, presidente de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa), ofreció en su momento un argumento a favor.
“Cuando fue elegida, Río tenía una realidad política y económica. Cuando fueron los Juegos, la realidad era otra. Eso no tiene por qué repetirse”, dijo al diario argentino “La Nación” en 2017 con respecto a una eventual candidatura de Buenos Aires, que sirve también para ejemplificar el caso mexicano.
“Juegos Olímpicos en nuestro continente, sean mayores o de la Juventud, son un orgullo para todos”, agregó el chileno.

Texto: DPA / Foto: @50AnivMexico68 (Twitter)
 

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