Testimonios holográficos de supervivientes del Holocausto

  Berlín, Alemania, 18 de marzo de 2022. La alemana Ruth Winkelmann, de 93 años de edad, es una de las sobrevivientes del terror nazi que costó la...

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18 marzo,2022 12:11 pm
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Berlín, Alemania, 18 de marzo de 2022. La alemana Ruth Winkelmann, de 93 años de edad, es una de las sobrevivientes del terror nazi que costó la vida a seis millones de judíos durante el Holocausto.

La anciana, de pelo corto color castaño y con una estrella de David alrededor del cuello, acaba de salir de la sala de maquillaje y está sentada sola en uno de los estudios de cine de Babelsberg, en la ciudad alemana de Potsdam, cerca de Berlín. Se trata del mayor complejo cinematográfico de Europa y el más antiguo del mundo.

La luz brilla suavemente, el escenario parece el interior de un enorme tambor blanco. Aquí, la anciana relatará a las generaciones futuras su infancia y juventud, y describirá cómo sobrevivió a los crímenes del nazismo.

Ruth es iluminada y filmada por un total de 36 cámaras. Con la ayuda de una tecnología futurista, los datos capturados darán como resultado una nueva forma de grabación en tres dimensiones que se denomina video volumétrico u holográfico. De esta manera, en un estudio donde normalmente se rueda publicidad o se filman películas al estilo de “Matrix 4”, se genera historia contemporánea con imágenes en 3D para las generaciones posteriores.

El director alemán Christian Zipfel le ha explicado a Ruth Winkelmann cómo funciona la entrevista y le ha pedido, por ejemplo, que responda con frases completas. “No hay problema”, asegura la anciana, que ya tiene experiencia con entrevistas.

Durante muchos años, Ruth ha relatado sus experiencias frente a clases escolares y ha presentado y leído párrafos del libro “Plötzlich hieß ich Sara” (De repente me llamaba Sara), que trata de su vida durante la época nazi.

Ruth proviene de una familia judío-cristiana de Berlín y sobrevivió a la persecución nazi escondida en una caseta de jardín. Después de la guerra, vendió máquinas de punto en una tienda de un barrio berlinés.

La ya bisabuela de dos pertenece a la generación de testigos contemporáneos del Holocausto cuyo legado se quiere preservar. No se sabe con exactitud cuántos supervivientes del Holocausto siguen vivos hoy, 77 años después del finalizada la guerra.

Para la práctica de la memoria histórica hay muchos enfoques. Un ejemplo famoso es el archivo del director estadounidense Steven Spielberg, quien comenzó a documentar las voces de supervivientes en la década de 1990. El Museo Alemán de Tecnología de Berlín está probando un modelo interactivo con Anita Lasker-Wallfisch, una superviviente del campo de concentración de Auschwitz: con la ayuda del reconocimiento de voz, esta responde desde una pantalla a las preguntas de los escolares.

En el estudio de Babelsberg, Torsten Schimmer, gerente de Volucap, explica cómo funciona la tecnología de su joven empresa. Esta hace posible que, en la pantalla del teléfono móvil, aparezcan personas previamente filmadas directamente en el entorno del usuario y frente a él. Las imágenes se mueven y parecen reales.

Con su proyecto, Torsten Schimmer busca responder a una pregunta crucial: “¿Cómo llegar a los niños dentro de 20 años?” Lo que es común hoy en día probablemente será obsoleto entonces. Tal vez la gente mire los videos normales de la misma manera que miran los cuadros hoy en día.

La llamada captura volumétrica pretende dar al espectador la sensación de estar en la misma habitación que las personas filmadas. Las cámaras del estudio tienen una resolución de más de 100 cámaras de cine. La cantidad de datos procesados es enorme: en un minuto es tanto como diez años de música, explica el director general de Volucap, Sven Bliedung von der Heide.

Para él, los teléfonos móviles son una “muleta técnica”. En su opinión, estos pronto podrían ser sustituidos por gafas de realidad mixta, en las que el mundo real y el digital se fusionan. De esta manera, prosigue, la nueva tecnología también se podría utilizar, entre otros, para visitar monumentos conmemorativos.

Los relatos de los supervivientes del Holocausto deben ser preservados para las posibilidades técnicas del futuro, y hay que capturarlos mientras los testigos contemporáneos puedan ser entrevistados.

El proyecto, financiado por el estado federado de Brandeburgo, fue iniciado por la Universidad de Cinematografía de Babelsberg Konrad Wolf. La incansable centenaria Margot Friedländer, también víctima de los nazis, fue la primera en acudir al estudio para convertirse en testigo contemporáneo en 3D. Nada sustituye al encuentro personal, acota Bliedung von der Heide. Sin embargo, el ejecutivo está convencido: “Es lo más que podemos hacer para reemplazarlo”.

Ruth Winkelmann es entrevistada durante algo más de una hora. El director Christian Zipfel se ha preparado meticulosamente y observa a la anciana en un gran monitor mientras la invita a describir cómo era la vida de los judíos antes de 1938. “En realidad, nadie nos molestaba”, recuerda Winkelmann.

Luego habla sobre la noche del pogromo, de los escaparates destrozados de las tiendas judías y de las sinagogas en llamas. Winkelmann recuerda cómo golpearon a un hombre y le pintaron una estrella de David en su abrigo con pintura blanca. También cómo se refugió y rezó con otros niños en el auditorio de una escuela.

Relata asimismo cómo los nazis acosaron a los judíos con nuevas prohibiciones y normas. “Al final, apenas nos dejaban respirar”. Al principio, su padre escribía postales desde el campo de concentración de Auschwitz. La correspondencia cesó en julio de 1943. La hermana pequeña murió de difteria. Ella misma sobrevivió durante dos años en una caseta de jardín en el norte de Berlín, sin calefacción ni agua corriente.

Ruth Winkelmann habla de forma muy concentrada y descriptiva. Incluso después de la intensa entrevista, sigue con ganas de conversar. Con la tecnología moderna no tiene problemas. Solo le ha llamado la atención que la luz era diferente a la habitual.

Durante muchas décadas después de 1945, prefirió no hablar de sus experiencias durante la época nazi. Esto cambió cuando, hace 20 años, conoció en unas vacaciones a una persona que la instó a hablar sobre su experiencia en las escuelas. Al principio lloraba mucho, pero poco a poco el lastre se hizo menor. “Me liberé”, asevera la anciana.

Ruth sabe que los extractos de sus entrevistas aparecen una y otra vez en diferentes medios. “Oh, te vi en la televisión”, le comenta la gente. Eso no le molesta: “Lo principal es que el tema no se olvide”, asegura.

¿No es que a los escolares de hoy ya no les interesa todo eso? Ruth Winkelmann contradice vehemente: “Eso no es cierto”, asevera, y afirma que algunos de los niños la acompañan hasta el coche para despedirla, y que también los mayores se interesan por su historia. La anciana cuenta que una vez a la semana va al sauna, y que allí la gente le pregunta regularmente: “Señora Winkelmann, ¿no va a haber otro libro?”

Texto: Por Caroline Bock (dpa)

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