Tres sutiles desencantos

Federico Vite

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27 diciembre,2018 6:42 am
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Federico Vite
The couple next door (Penguin, Estados Unidos, 2017, 352 páginas), de Shari Lapena, es un blockbuster (formalmente un éxito de taquilla) aún vigente. Un año después de su publicación se sigue vendiendo como pan caliente. Se trata de una historia policiaca con mucha acción (a veces innecesaria) y poca profundidad psicológica. Es un libro bien escrito, bien pensado y muy bien organizado. Es decir, cumple con las funciones de un canon comercial (mucha especulación) e incluso logra salirse un poco de ese apretado escote cuando el lector conoce el padecimiento de una de los personajes principales y espera un mejor tratamiento del tema, pero eso no ocurre. Lo innovador no está permitido.
Un bebé es secuestrado mientras los padres están en la casa vecina; se hace la denuncia y la investigación revela anomalías graves: los padres dejaron sola a la primogénita, en su cuna; además, estaban ebrios. La madre tiene una terrible depresión post parto; el padre un grave problema financiero. La hija desaparece y todos son sospechosos: los amigos, los vecinos y, en especial, los padres.
La novela está diseñada (desde la trama misma) para que el lector confronte sus prejuicios y termine creyendo en las mentiras de los personajes. La autora capitaliza todos los elementos que posee para crear suspenso, aunque el recurso que utiliza sea el mismo, cambiar abruptamente de tema en un momento de tensión dramática (es el mismo que hemos utilizado desde siempre en literatura); la repetición excesiva de esa herramienta (corte/corte/corte) nos muestra que el autor y el editor no quisieron arriesgar nada y le ofrecen al lector un ejemplo de la literatura edulcorada. Si se interesa por tener un libro de suspenso a la mano y con éxito comercial, el idóneo es The couple next door. Así conocerá los estrechos márgenes de un canon literario impuesto por los editores.
En los capítulos 28, 29 y 30, la autora desobedece al editor y muestra un amplia variedad de recursos, en pocas líneas mueve toda la trama hacia un solo hecho: no hay casualidades y el secuestro del bebé debe, forzosamente, tener un significado mayor al de las apariencias. Lapena es capaz de sondear el alma humana con pasión. En pocas páginas demuestra sus habilidades narrativas, no sólo un gran dominio de la estructura del blockbuster, pero desgraciadamente se ajusta su escote y vuelve al plot de la novela comercial.
Hotel de arraigo (Suma de letras, México, 2015, 317 páginas), del escritor mexicano-español Imanol Caneyada, narra las relaciones personales que nacen gracias al ejercicio de la corrupción. Los personajes forman parte de una gama singular; se trata de policías de élite, quienes trabajan para el grupo antisecuestros, de los hijos de los millonarios, insoportables chamacos, de las familias adineradas que controlan todo a su antojo, patéticos humanos. Estamos ante una historia, que narrada por Imanol, tiende a la corrección política y al melodrama con mucha frecuencia. Temo que un asunto literario como éste, donde la corrupción se premia y gratifica, debe ser contado, para tener un mayor impacto, desde un punto de vista menos costumbrista. Este libro recibió el premio José Fuentes Mares y eso está muy bien para que el autor pueda liquidar sus cuentas, pero detecto algunas debilidades en la potencia imaginativa, porque los personajes parecen impulsados por la psique de un reportero con amplio dominio del oficio narrativo, con destreza para el humor negro, la narrativa policiaca y el melodrama, pero no logra consumar, con aires de novelista, la crítica despiadada a una sociedad podrida. Se debe escribir sin piedad ni conmiseración, porque si no parece, más que una novela, una lección moral. Cuestión aparte es el buen manejo de la tensión narrativa y la acendrada prosa de Imanol. De eso no queda duda alguna.
The mastermind (Planeta, México, 2015, 324 páginas), del escritor estadunidense-guatemalteco David Unger, contiene una historia con resonancias políticas, aunque su principal flujo narrativo es un relato amoroso.
La novela se basa en el siguiente hecho real: en cuanto matan a un abogado guatemalteco, Rodrigo Rosenberg, se hace público un video en el que el occiso responsabiliza de su muerte a Gustavo Alejos, secretario privado de la presidencia de Guatemala; Gregorio Valdés, Sandra Torres de Colom, la primera dama, y Álvaro Colom, presidente de Guatemala.
En enero de 2010, actuando por mandato de la Organización de las Naciones Unidas, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala llegó a la conclusión de que Rosenberg planeó su asesinato.
Unger encajona los hechos reales en primer plano y poco a poco va cobrando fuerza la historia de amor. Aunque, no se trata de una ficción sobre la vida de Guillermo Rosensweig; ni la versión novelada del ex presidente guatemalteco, Colom; estamos ante la historia de Miguel Paredes, es decir, de Luis Mendizábal, el espía más famoso de Guatemala y el hombre que conocía todos los secretos de ese país. Él es el manipulador que da sentido, a veces de una manera francamente inverosímil, a todo el relato.
Se nota en Unger la devoción por el oficio, pero rezuma romanticismo hollywoodense trasnochado. No es que eso esté mal, pero es lo que más ocurre en las novelas comerciales, como si de pronto todos los humanos nos enamoráramos de la misma forma, en la misma circunstancia. Es como si la literatura estuviera un escalón abajo de la vida, en una zona de confort, como si la literatura fuera un “coctelito” para bajar la tensión.
Me preocupa que tres libros, escogidos al azar, tengan muy marcada la impronta edulcorada de la literatura comercial; en Hotel de arraigo se nota más la soltura de un autor que intenta salirse del canon, pero sigue luchando por encontrar el tono adecuado con el que cimbre al lector. De momento, es lo que hay. Que tengan felices fiestas.
 
 

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