Un Sureño en Perú*. El Amazonas

“Soy Walter”, se presenta el líder de la pequeña comunidad, y me invitan a pasar a la Maloca en donde hacen una demostración de la danza de la...

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10 noviembre,2019 8:23 am
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Por Carlos Alberto Carbajal
Las noticias de los cientos de incendios que arrasaban el Amazonas avivaron aún más mi interés en conocer la selva más grande del mundo, que abarca nueve países de Sudamérica: Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa y Surinam.
Es casi medianoche cuando el avión en el que viajo desde Lima, Perú, aterriza en el aeropuerto Francisco Secada Vignetta de Iquitos. Heidi, una joven propietaria de un pequeño hostal que previamente había reservado por Airbnb me espera afuera del aeropuerto con un peculiar mensaje escrito en una hoja de libreta: “Hola Carlos, bienvenido a la selva”.
Tomamos una moto taxi, el transporte más usado en Iquitos, y recorremos toda la ciudad en aproximadamente media hora.
Cientos de moto taxis se ven en las calles, algunos con bocinas con canciones de Los Hijos de Lamas, el grupo musical de cumbia amazónica más escuchado de la región.
Este no era el Amazonas que imaginaba. ¿Y las anacondas, los monos, las pirañas?

El transporte más usado en Iquitos, Perú, es el moto taxi, miles recorren a diario las calles. En la imagen La Casa de Fierro diseñada Gustave Eiffel durante la época del auge del caucho. Foto: Carlos Alberto Carbajal
El transporte más usado en Iquitos, Perú, es el moto taxi, miles recorren a diario las calles. En la imagen La Casa de Fierro diseñada Gustave Eiffel durante la época del auge del caucho. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Casas junto al río Amazonas. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Casas junto al río Amazonas. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Puerto Nanay junto al río Amazonas. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Puerto Nanay junto al río Amazonas. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Llegamos a puerto Nanay y nos espera una lancha que nos lleva por el Amazonas hacia Padre Cocha, una localidad a orillas del río Nanay.
“Es mejor que no hables mucho y si tienes lentes póntelos, es muy común que los insectos se metan en los ojos y la boca”, me recomienda Heidi. De madrugada por fin llegamos al hostal.
Después de pasar la noche en Padre Cocha muy temprano empiezo mi caminata para encontrarme con los nativos boras, el sonido del Tanware (una percusión hecha del tronco de un árbol) alerta de mi llegada a la Maloca (una enorme choza de palmera que es utilizada para ceremonias y reuniones de la comunidad para resolver algún problema), y un pequeño grupo me da la bienvenida.
“Soy Walter”, se presenta el líder de la pequeña comunidad, y me invitan a pasar a la Maloca en donde hacen una demostración de la danza de la anaconda.
Los boras también hacen collares y aretes con semillas que recolectan en la selva, para venderlas y ganarse unos soles.
Nativos Boras dentro de su Maloca (casa ceremonial) en la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Nativos Boras dentro de su Maloca (casa ceremonial) en la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Nativa Bora junto a una Maloca (casa ceremonial) en la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Nativa Bora junto a una Maloca (casa ceremonial) en la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Walter el jefe Bora en la selva amazónica peruana, es un especialista en plantas medicinales. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Walter el jefe Bora en la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Walter el jefe Bora en la selva amazónica peruana, es un especialista en plantas medicinales. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Walter el jefe Bora en la selva amazónica peruana, es un especialista en plantas medicinales. Foto: Carlos Alberto Carbajal

Mi interés es conocer la planta de Ayahuasca, un tipo de liana que crece en la selva, con la que se prepara un líquido psicoactivo considerado sagrado y utilizado por los nativos del Amazonas en sus ceremonias.
Le pido a Walter que me lleve a recorrer la selva. No tuvimos que caminar mucho y me mostró la gran variedad de plantas curativas, mientras pequeños monos brincaban de una rama a otra muy rápido. Esos son “leoncitos”, me dijo mi guía.
De pronto nos detuvimos en un pequeño arroyo, “aquí había muchas anacondas, yo las encontraba cuando venía a bañarme con mis amigos, ahora ya no hay, cada vez hay menos animales”.
“Nuestros padres llegaron a estas tierras hace varios años, los boras somos originarios de la selva de Colombia de la región del Igará Paraná, pero los caucheros invadieron nuestros territorios, mataron a muchos de nosotros y los que sobrevivieron huyeron, durante años peregrinaron por la selva hasta que nuestros padres hallaron aquí y el gobierno de Perú concedió estas tierras para que viviéramos”, me contó Walter y se quedó con un semblante triste.
Después de pasar unos días en la comunidad me preparé para regresar por el río Amazonas en una pequeña lancha hacia Iquitos. Antes de embarcar, Zacarías, el primer bora que conocí, se despidió de mí con un abrazo: “Hasta pronto amigo buen viaje a México”. Y me obsequió unas hojas de coca para el camino
Mientras me alejaba por el río no pude evitar derramar unas lágrimas. Ya me invadía la nostalgia porque era hora de volver a casa.
* Esta es la quinta y última entrega de una serie de fotorreportajes publicados en estas páginas los sábados, y los domingos en nuestro sitio de Internet https://devtest.suracapulco.mx/fotogalerias/
Un área deforestada de la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal
Un área deforestada de la selva amazónica peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal

El río Momón en la amazonía peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal
El río Momón en la amazonía peruana. Foto: Carlos Alberto Carbajal

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